Era tan efectivo que lo llamaban, dentro de la CIA, el enterrador, el príncipe oscuro, o el Ayatollah Mike. No había objetivo que no pudiera eliminar. Su último éxito fue el 30 de diciembre. Una caravana de cinco caros custodiaba a Qasem Soleimani, el alto mando iraní que Teherán consideraba un héroe en vida y al que Estados Unidos acusaba de la muerte de cientos de sus ciudadanos, se desplazaba hacia el aeropuerto de Teherán. Fueron meses de trabajo soterrado liderado por Michael D’Andrea, meses rastreando, buscando las condiciones óptimas para atacar. Hasta que llegaron. Un avión no tripulado, un MQ-9 Reape, un dron conocido como Predator B que puede alcanzar más de 480 KM por hora, lanzó dos misiles contra la caravana. Irán lloraba a su líder y juraba venganza. Y esta llegó un mes después.
El 28 de enero los medios norteamericanos anunciaban que un avión estadounidense se había estrellado en territorio talibán en Afganistán. Lo que apenas se empieza a conocer es que uno de los tripulantes era Michael D’ Andrea, jefe de la CIA. Sus enemigos, los que cultivaron su leyenda negra, respiraban aliviados. Según ellos su labor de espía lo había llevado a ser el protagonista de los peores crímenes: torturas, negocios turbios, masacres contra civiles en Oriente Medio.
D’ Andrea se unió a la CIA en 1979 y desde entonces ha sido parte fundamental en operativos encubiertos de EE. UU. para ejecutar sus planes extraterritoriales y de injerencia. Según informes, sirvió en un base clandestina en Egipto, dónde era el jefe de estación, y luego fue trasladado a Irak.
Sus primeras asignaciones en el extranjero fueron en África oriental, donde conoció a su esposa y se convirtió al Islam para casarse con ella. Su nombre es Faridah Currimjee D’Andrea, quien entre otras características era 10 años mayor que él y perteneciente a una de las familias más ricas de las islas Mauricio. Son dueños de las telecomunicaciones del país, bienes raíces, turismo, servicios financieros y energía. Faridah es uno de los principales directores del grupo Currimjee y sus empresas familiares pueden ser utilizadas como cubiertas de la CIA.
En 2006 fue nombrado jefe de la Unidad de «contraterrorismo» de la CIA y reemplazó a Robert Grenier. Durante su estadía de nueve años, D’ Andrea presidió centenares de ataques con drones estadounidenses en Pakistán y Yemen.
Otro de sus capítulos más siniestros fue el de las torturas de Abu Zubaydah, Abd al-Rahim al-Nashiri y Khalid Shaikh Mohammed, ciudadanos al que, sin demasiadas pruebas, fueron sometidos a los más salvajes interrogatorios por ser acusados de haber perpetrado los atentados del 11 de septiembre del 2001. D’Andrea ha sido inspiración de películas y series tan premiados como La noche más oscura, de la cineasta Katheryn Bigelow que cuenta la cacería a Osama Bin Laden o la serie Homeland que acaba de arrancar su octava y última temporada.
En un artículo publicado por el periodista Ramiro Gómez del portal kaosenlared.net titulado «¿Quién es el nuevo jefe de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos en Irán?«, se hace un perfil muy duro y crudo sobre D’Andrea: “tiene la reputación de ser extremadamente inteligente y violento (…) En 2006, el agente Michael D’Andrea inició el programa estadounidense de drones asesinos. En 2008, organizó el asesinato, en Damasco, del jefe militar del Hezbollah Imad Mugniyeh. También dirigió hasta 2015 el programa de drones asesinos” y en donde queda clara que la mayor motivación del agente de la CIA era evitar que se fortalezca la alianza entre Irán y Cátar.
Con la muerte de D’Andrea acaba una de las vidas más legendarias dentro de la CIA