La primera, el asesinato de un atracador en Cali, ¡no me alegra!
SUCEDIÓ EN SANTIAGO DE CALI, EN EL BARRIO LA FLORA al norte de la ciudad, lo ocurrido fue un hecho de toma de justicia por mano propia. Si se analiza desde lo simplista, desde la óptica corta que domina las redes sociales, lo fácil es decir que la lectura que viene del hecho es que se está defendiendo a un atracador que obtuvo lo merecido.
Se diría que es un fletero que, indudablemente, al no haber encontrado la muerte en la forma que la encontró, lo más seguro es que obtendría una sanción penal y posiblemente iría a una cárcel donde no se resocializaría y contrario a esto, saldría como un delincuente más avezado aun, listo a salir de nuevo a delinquir. Por tanto: "buen muerto". Insana lógica.
Pero si se mira desde otra óptica: son las autoridades las encargadas de aplicar el principio constitucional que garantiza la protección de la vida, honra y bienes de los ciudadanos.
Cuando esto no ocurre algo falla y en ese sentido se debe dirigir los reclamos. Es deber constitucional del estado garantizar los derechos, puesto que sobre el estado mismo, recae el monopolio de las armas y no recae en los ciudadanos armados dedicados a hacer justicia por su propia cuenta.
Cuando una sociedad se arma para defenderse de lo que el estado le es incapaz garantizar, esto se convierte en caldo de cultivo para que aparezcan fenómenos tan atípicos y trágicos como el nefasto Paramilitarismo, que es una respuesta ilegal al vacío que dejan las autoridades legítimamente constituidas.
El publicitado caso de defensa propia que se escenificó en la ciudad de Cali, muchos lo celebran como un hecho que se debe tipificar, pero en el fondo, es la demostración que el estado no está cumpliendo con su sagrado deber de proteger la vida y, descargan su responsabilidad en un hecho, que nos acerca a la aplicación de la ley de la selva.
Voces que se suponen sensatas y ajenas a las respuestas emocionales, celebran, como algo heroico, el hecho de hacer lo que el estado no hace.
Lo anterior solo nos demuestra la deficiencia de un sistema incapaz de garantizar el principio de protección de la vida y, unos medios de comunicación dotados de un afán amarillista de divulgación de lo fáctico y que intrínsecamente celebran la respuesta de paramilitarismo urbano y de contera ayudan a que crezca la percepción, de que esa es la solución correcta.
Lo más fácil es decir que, con esto, se está defendiendo a un fletero que indudablemente debe ser sujeto a una sanción penal, pero si ahondamos en el pensamiento crítico vemos que no es así.
Es por eso que no me alegro con la muerte del atracador en Cali, ni tampoco caigo en una masiva celebración, que nos acerca peligrosamente a idealizar el paramilitarismo urbano.
LA SEGUNDA ¿Y RODOLFO QUÉ?
Aunque aclaro que el voto es el ejercicio libre y personal de un derecho, no deja de sorprenderme el extraño caso de la abultada votación por Rodolfo.
El hecho se me convierte en algo insoslayable no tratarlo. Tenemos que concientizarnos que nada de lo que haga el presidente Gustavo Petro será del agrado de todos aquellos que no han mostrado la más mínima reflexión y expresión de arrepentimiento, de haber votado por Rodolfo Hernández.
Yo me pregunto: ¿qué buscaban votando por un Rodolfo? Fue un ejercicio que demostró que el odio hacia Petro era tan grande, que con tal de impedir su ascenso, estaban dispuestos a perjudicar a todo un país.
Con su renuncia al Senado y sus paradójicos líos, sus folclóricas salidas, nos demuestra de manera ostensible que si al pueblo Colombiano, se le hubiese convertido en realidad la locura que significaba su elección, hoy seriamos el hazmerreír del mundo.
¿Qué se buscaba con eso? Por más fanático que uno sea, la racionalidad demuestra que somos una Sociedad enferma.
LA TERCERA. DOÑA LUZ FABIOLA, LA ARIA
Una cosa si dejo claro la Reforma Constitucional del 91: somos un país laico y somos un país pluriétnico y multicultural.
Resulta difícil creer que en un ambiente de evidente mestizaje, exista discriminación racial, como si se tratara de prevenciones y prejuicios entre razas puras. Parece que doña Luz Fabiola Rubiano - así se llama "Esperanza Castro" con evidentes rasgos mestizos, no ha comprendido su identidad y se encuentra convencida que es de raza aria.
Indudablemente, doña Luz Fabiola con su torpe accionar desprestigio la protesta de "la gente de bien", que estaban en su derecho de protestar, derecho que no se respetó en el caso de la otra protesta, donde hubo mas de 120 asesinatos.
En el imaginario colectivo quedo gravado que lo expresado por "doña Esperanza", era compartido por todos los partícipes de un encuentro ideologizado, que la zombi "Esperanza Castro" se encargó de embadurnar de idiotez.
Doña Luz Fabiola, el verdadero nombre impostado por "Esperanza Castro" la mujer que emprendió improperios contra nuestra vicepresidenta Francia Márquez, extrañamente no aparece por ningún lado, aunque ya está imputada por la fiscalía que por fin entendió que algo así no puede brindársele impunidad, también entiendo que la estrategia de los perjudicados con su torpeza esperan que las aguas se calmen.
Mientras tanto, Francia Márquez dice que no conciliara y me parece excelente que no lo haga, porque la cultura del ejemplo debe prevalecer en este representativo caso. Está demostrado que en los procesos de injuria y calumnia la retractación hizo carrera, se usa como la salida fácil, que no garantiza su no repetición, cuando el daño ya ha causado dolor y escarnio público.
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