Aspectos que sustentan lo anteriormente reseñado son, por ejemplo, Bucaramanga, Bogotá y Cali, señaladas como las de peor tráfico en el país. Solo 39 de cada 100 personas en Cali dicen estar conformes con el espacio público. Quejas y más quejas por el manejo que se le da al dinero recaudado a través de las fotomultas. Aparente desconexión entre las velocidades y norte propuestos entre infraestructura y tránsito.
Falta de un transporte digno y seguro para los habitantes de ladera, reparcheos que duran poco, vías llenas de huecos para estimular los reflejos de los conductores, el reto de atender correctamente la demanda por parte del MIO, reclamo permanente para que haya una verdadera solución a la conexión entre Cali y sus destinos cercanos (Jamundí, Yumbo, Juanchito, Palmira y el aeropuerto).
Paralelismo. Pico y placa como estimulante de la compra de un segundo carro. Falta de poda de zonas verdes. Alcantarillas taponadas por basuras arrojadas por ciudadanos inconscientes. Las bicicletas sin espacios correctamente dispuestas para ellas a lo largo y ancho de la Ciudad. ¿Estaría usted tranquilo enviando a sus hijos al colegio en bici? ¿Está usted tranquilo enviando a sus hijos en busetas escolares en las que viajan sin utilizar cinturones de seguridad y, en muchos casos, los conductores de las mismas exceden los límites de velocidad?
Sumando a dichos problemas encontramos a muchos motociclistas que infringen las normas y arriesgan sus vidas. Controvertidos tiempos de respuesta para atender con ambulancias correctamente medicalizadas y el debido personal sanitario para las emergencias que se presentan. Piratas con avantel y motoratones por doquier (cerca de 3.500, según los expertos). Taxistas ejerciendo de piratas. Miedo en cada semáforo. Niños, limpiadores, vendedores y actos circenses en cada esquina semaforizada. Cortejos fúnebres y caravanas de escoltas. Discusión siempre activa entre tener guardas de tránsito o a policías de tránsito como responsables de ejercer la autoridad en esta materia. Algunos semáforos mal sincronizados.
Falta de iluminación y señalización en algunos sectores. Se requieren más paraderos en condiciones. Cadenas abusivamente puestas en bahías de parqueo. Dueños del espacio público de trapito rojo. Vehículos de tracción animal, más conocidas como “zorras”. Contaminación visual gracias a vallas y avisos sin control. Difícil movilidad para discapacitados. Peatones imprudentes cruzando por cualquier lugar, y los que se cuelan al MIO, arriesgando sus vidas al pasar la calle. Conductores en moto y/o carro hablando con celular en mano. ¿Quién se pasa un semáforo en rojo para dejar avanzar una ambulancia que intenta abrirse paso con el aullar de sus sirenas? ¿Quién da por descontado que detrás de la ambulancia vienen conductores a toda velocidad demostrando su “viveza”?
¿Qué nos pasa en Cali? ¿Queremos vivir en una ciudad sin orden?, ¿Tiene la culpa de todo este despelote la administración municipal?, ¿La solución al reto de la movilidad en Cali depende únicamente de tránsito municipal? ¿Fomentamos la inteligencia vial en colegios y en el hogar? ¿Estamos conscientes que son muchos los elementos los que impactan la movilidad en la ciudad?
Resulta demasiado fácil reseñar los distintos elementos que afectan la movilidad en Cali, razón por la cual debería resultar igualmente obvio que seguir por el camino deshilvanado que estamos recorriendo nos va a seguir hundiendo en el fango.
Debemos dar paso a un modelo de movilidad 3.0, en el que la convergencia, la interactividad y la inmediatez nos permitan un verdadero baño de frescura que nos acerca de forma natural a los procesos de organizar enormes cantidades de información, aislar y centrarnos solamente en lo importante o en lo que nos interesa, aprendiendo a reaccionar rápidamente a los impulsos externos que percibimos, tal y como en la naturaleza lo hace nuestro sistema nervioso, capaz de hacer palidecer al mejor de los sistemas administrativos que puedan concebir, gracias a su complejidad y a la vez sencillez, donde todo está integrado y donde cada componente proporciona la información necesaria para poder sobrevivir.
Reorganizar la administración y darle paso a una verdadera Secretaría de Movilidad, en la cual puedan destinarse los dineros recaudados en el fortalecimiento de un cerebro informático, a través del cual se pueda, mediante las cámaras y/o desde un teléfono inteligente de cualquier ciudadano con una aplicación móvil, controlar aspectos como el correcto funcionamiento de los semáforos, detectar infractores, responder coordinadamente a los atracadores que nos tienen azotados, despachar oportunamente motoambulancias y policía motorizada, integrar información de indicadores de componentes ambientales, darle poder a la ciudadanía para que puedan ejercer veedurías sobre reparcheos (¿se imaginan las ventajas que tendría que con un solo clic pueda verse cuál fue el contratista responsable del trabajo, y si el mismo se hizo mal, visualizar cuál es la compañía aseguradora y ver el estado de la reclamación, para exigir que dicho contratista sea debidamente sancionado?).
Poder destinar recursos de multas en reparación y ampliación de vías, andenes y ciclorutas, compra y operación de vehículos cómodos y dignos para llegar a destinos donde, hoy por hoy, se llega en gualas o motoratones; fortalecer investigación y desarrollo con universidades para implementar drones que provean información relacionada, así como también se hace preciso que dicho matrimonio se pueda traducir en estrategias de fortalecimiento de la cultura ciudadana.
Sancionar ejemplar y públicamente a los funcionarios que se escudan en sus uniformes o vehículos oficiales para infringir las normas, hace parte también de la necesidad de lanzar un mensaje claro que indica que todos debemos ceñirnos al respeto, al orden y a la participación activa en la construcción de una ciudad cívica, amable e incluyente. Como dice un buen amigo, recuerda que #VosSosCali.
@hermesruizrinco
Responsable de Optimismo y Soluciones WOW