Álvaro Uribe venía presionando, sin los resultados esperados, al Presidente Iván Duque para que tomara medidas de autoridad drásticas, para lograr desbloquear las carreteras del país y las calles de algunas ciudades, especialmente en Cali. El miércoles 26 de mayo en la noche, con ocasión de su viaje a Medellín , Duque visitó a Uribe en su casa en Rionegro y se sinceraron. Con el respeto debido, y con experiencia de expresidente, le habló claro sobre la necesidad de una intervención de fuerza, urgente. El viernes 29 en el contexto de un duro día de violencia en Cali, finalmente el Presidente firmó el Decreto de intervención militar en ocho departamentos y trece municipios.
La semana ya había empezado con el viento a favor del ex Presidente Uribe. Pudo celebrar que su pupilo el Ministro de defensa Diego Molano salió, gracias a unas cuantas maniobras políticas, bien librado de la moción de censura en Senado y Cámara. Pero antes había logrado un cambio algo clave en su estrategia: el retiro de Miguel Ceballos de la Consejería de paz con quien mantenía distancia por se manejo con unos posibles diálogos con el ELN y con el Comité del paro; lo reemplazó Juan Camilo Restrepo, un funcionario de su confianza que había sido nombrado viceministro de agricultura y a quien conoce de sus tiempos en la presidencia de Uniban en Urabá y como candidato para la gobernación de Antioquia como rival de Aníbal Gaviria.
En este nuevo escenario tras su semana de éxitos políticos, Uribe tiene línea directa con los ocho comandantes en el terreno responsables del orden público, a quienes se deberán supeditar gobernadores y alcaldes según el Decreto de asistencia militar. Uribe retomó los hilos del poder en el tema que más lo trasnocha: la seguridad. Se verá ahora su intervención en los asuntos tributarios, en los que también quiere que el Presidente lo tenga en cuenta, como no logró cuando Alberto Carrasquilla estaba al mando de la cartera de hacienda. Pero las cosas han cambiado, y a su favor.
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