"No salgas de noche o vendrá Uey Sae y te comerá el hígado", fue la advertencia que recibieron casi todos los niños tailandeses nacidos después de los años 60, cuando desafiaban las ordenes de sus padres. Es decir, es el “coco” tailandés.
Uey Sae-Ung fue un inmigrante chino en Bangkok, recordado inicialmente por ganarse la vida siendo jardinero y vivir solo en un pequeño garaje al sur de la ciudad. Sin embargo, acabaría pasando a la posteridad como una autentico monstruo, culpable de secuestrar y asesinar a seis niños para comerse sus órganos.
Fue condenado a muerte en 1958 y ejecutado un año y medio después. El cuerpo fue preservado por las autoridades tailandesas por razones científicas y hoy es exhibido en una vitrina del museo forense del hospital Siriraj de la capital, en medio de una colección de fetos y restos humanos. La momia de Uey Sae es la principal atracción. Reposa debajo de un letrero que dice “hombre que come a personas" mientras que en su pecho se pueden ver los huecos de las balas del pelotón de ejecución que acabaron con su vida por orden judicial.
Uey Sae fue judicializado después de que un poblador la encontrara delante de una hoguera con escombros de la que sobresalía la pierna de su hijo de 5 años, al que hacía horas que esperaba en casa. Uey admitió haber matado al niño para comerse sus vísceras y hacer lo mismo con cinco menores más en otras provincias rurales del país.