Para los neófitos en geografía, podemos decir que la Mojana se encuentra al norte de Colombia y es una subregión de la depresión momposina llena de humedales. Está entre la Cordillera Occidental y la plenillanura del Caribe, delimitada por el río Cauca al oriente, el río San Jorge y la ciénaga de Ayapel al occidente, el río Magdalena al nororiente y con la Serranía de Ayapel al sur. Administrativamente está compuesta por los municipios de Caimito, San Benito Abad, La Unión, Majagual, San Marcos, Sucre y Guarandá en el departamento de Sucre; Ayapel, Pueblo Nuevo y Buenavista en el departamento de Córdoba; Achí y Magangué en el departamento de Bolívar y Nechí en el departamento de Antioquia. Su área oscila entre 450 mil y 500 mil hectáreas.
Es una amplia y rica franja de terreno de diversidad de flora y fauna, y su ubicación en esa depresión Momposina tiene como función natural la de regular los cauces de los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge, para amortiguar las inundaciones y facilitar la decantación y acumulación de sus sedimentos. Sin embargo, por efectos del mal uso del suelo, la deforestación, los fungicidas, la minería ilegal, el desvío de los causes para beneficio de unos cuantos terratenientes y lo moderno de nuestra Locolombia, la corrupción y el enriquecimiento ilícito, han llevado a esa región a ser la “caja fuerte” de los políticos y funcionarios corruptos del país.
Pero hay que ser claros, esto no solo es del gobierno del presidente Santos, allí están involucrados los gobiernos y sus funcionarios desde la época de Misael Pastrana pasando por Carlos Lleras, Virgilio Barco, Turbay, el otro Pastrana, Uribe y no pare de contar. A ello le agregamos los mandatos de los gobernadores de Sucre, desde Julio Alejandro Hernández hasta Edgar Martínez Romero, y todos los alcaldes de ese entramado mojanero.
A ninguno de los anteriores le ha importado “un bledo” el potencial económico de la región, tampoco la búsqueda de un desarrollo sostenible, mucho menos que su población presenta altos índices de pobreza. Lo importante para los que manejan “la cosa pública” y los dineros de los contribuyentes es que llegue el invierno, que en el interior del país llueva a cantaros, que en la zona no escampe nunca, que para ellos, eso se llama dinero. Entre más agua caiga, más dinero nos llega…es la frase indignante que se conoce en la región.
¿Cuántos estudios existen para la Mojana? La cuenta pasa de DOS MIL, pero se siguen haciendo más y más, desde los años sesenta, con los dineros entregados por la misión holandesa, pasando por el PNR, el departamento de planeación nacional, DNP, la Organización de las Naciones Unidad para la Agricultura y la Alimentación, FAO, recursos por Colombia Humanitaria, regalías, y lo último que se denomina el Fondo Adaptación. El Gobierno, años tras años, declara la emergencia social, económica y ecológica y saltan a luz los miles de decretos para atender la emergencia y “reconstruir el país”. Pero los recursos para las obras de mitigación y prevención nunca han existido y allí está “el meollo”, solucionar los problemas que causas las inundaciones no es la prioridad, es acabar con la “mina de oro” y si nos basamos en las declaraciones y decisiones de funcionarios cómo el de Iván Mustafá Durán, gerente del Fondo Adaptación, la situación nunca será resuelta.
Por todo lo anterior, lo que se avecina es un paro cívico para reclamar inversión estatal y solución integral a las inundaciones, temas estos desconocidos en el Plan de Acción del Proyecto Integral de la Mojana formulado por el Fondo de Adaptación. Los Mojaneros, se autoflagelan al decir “que lo tienen todo pero no tienen nada”. La ganadería y la agricultura se estancaron, los ingenios azucareros y paneleros desaparecieron, la pesca ni se diga por la contaminación producto de la minería ilegal. No hay eficientes servicios públicos, la red hospitalaria es deficiente y corrupta, el servicio de energía es inestable y el mal estado y la falta de vías hacen que se pierdan las cosechas y el comercio no funciona,
Pero todos las años hay billones y billones para solucionar los problemas de la Mojana y los problemas siguen allí, latentes y “vivitos y coleando”. Mientras tanto vemos enriquecidos a concejales, diputados, alcaldes, gobernadores, parlamentarios, políticos, constructores, ministros y hasta presidentes, con la indolencia y sufrimiento de la Mojana.
Que llueva, que llueva, que la caja fuerte está en la cueva mojanera.
