Soy un finquero más de la Mojana. Ni el nombre de la región importa, muchos desconocen que cuando consumen carne, leche, arroz, aceite, melón, patilla o sandía, como dicen los cachacos, son producidos en ese lugar ignoto de la patria. Las cíclicas inundaciones no sorprenden, tampoco las plegarias al cielo de todos los gobiernos de turno invitando a sortilegios invocando a Dios que cese su ira divina; cada tanto mandan hombres y maquinarias para que no trabajen nada y de esta forma cobrar el stand by, mientras vacas, cerdos, gallinas, enseres, patos y seres humanos nadan como puedan en medio de murallas de agua. Luego se declara la calamidad pública y llegan algunos alcaldes y funcionarios acalorados venidos de Bogotá repartiendo ayudas en barquetas.
Somos el peón de sacrificio, así lo sentimos y así lo vivimos. Primero fueron los TLC firmados con todo el que quisiera. El arroz, nuestro principal producto y modo de vida, se convirtió en pieza de sacrificio en el ámbito mundial para abrirle mercado a otros productos agrícolas; luego fueron los interminables estudios, diagnósticos y más diagnósticos, por acá dicen que con tanto papel hubieran podido hacer un dique de contención al río Cauca desde Cali hasta la desembocadura en el Magdalena y, finalmente, las inundaciones, esas eternas tragedias que son negocio para una clase dirigente indolente.
La verdad es que esta región es sacrificada por su grandeza, por vivir gente pobre a los que nadie les importa, por estar apartada y por no tener políticos que “les pese la cola”. No servimos ni siquiera para inventar un gran contrato para robarse la plata, por en estos lares no se asoma ni “centros poblados”.
Muchas regiones de Colombia con menos productividad han tenido una solución a sus problemas, pero acá solo pasa la luz. Lo último que supimos fue que el presidente Duque, así es que se llama, se reunió de forma urgente con los gobernadores para tratar el tema y anunció un CONPES de 1 billón para tratar el tema de las inundaciones, ¡ay carajo¡. Esa reunión tenían que hacerla hace tres años y no cuando le faltan fatídicos diez meses de mentiras y desgobierno, cuando el presupuesto de 2022 está aprobado sin que se destine un peso a solucionar los problemas de la región. Cuando es mejor viajar a las Europas, como decía Gabo, que visitar a más de medio millón de personas sucias de barro, con hambre y extendiendo la mano por una limosna estatal
Los jóvenes campesinos de esta inmensa patria olvidada cuando tienen una fiesta y hay nubes que amenazan lluvia suelen poner la escoba al revés detrás de la puerta para espantar el aguacero. ¡Esto es lo único que podemos pedir a una país cuya mayor preocupación son las keratinas! Por favor, ponga su escoba detrás de la puerta y con la cerda para arriba, eso tal vez nos ayude.
