Embajadora de buena voluntad de Unicef y la Unión Europea para Colombia, Belky Arizala es una actriz, modelo y empresaria colombiana que tuvo como referentes a sus padres; una madre ejemplar, correcta y dispuesta a enseñar, sin egoísmo; un padre con la disposición para permitirle ingresar en el mundo del modelaje y Dios que le dio el talento y la gracia con el propósito de comunicar valores a través del arte.
Nacida en Cúcuta, Belky piensa que su carrera es de mucha dedicación, “aunque el estilo de vida de una modelo ha cambiado; en mi época, tenían que ser muy delgadas, pero hubo una revolución por parte de diseñadores y modelos que empezaron a reprocharle a la industria que estuvieran muriendo tantas chicas por enfermedades como la bulimia y la anorexia y llegó la talla ocho, mujeres con caderas más grandes, más latinas, con más formas”.
Es un hecho que revolucionó el mundo de las pasarelas, ya que luego surgieron “movimientos impresionantes con modelos que tienen síndrome de Down, vitiligo en su piel y han salido tantas oportunidades para aquellos productores, realizadores de la industria de la televisión que ven más allá y observan que somos una raza humana diversa y con muchas alternativas. La modelo actual es algo más que una cara bonita”.
Contemporánea de otras talentosas colombianas como Natalia París, a los 19 años, Belky participó en un concurso de belleza y quedó de virreina, eso le permitió ganar una beca para estudiar modelaje en una de las más prestigiosas escuelas de Cúcuta. “Esa primera experiencia cambió en ese momento mi vida, participé en diferentes eventos y al mismo tiempo me gradué en administración de empresas”.
Es generosa al reconocer la labor que han realizado modelos de su generación como Tatiana de los Ríos, Catalina Amaya, Carolina Castro, Adriana Arboleda, Natalia París, Claudia Bahamón, Andrea Serna, Carolina Cruz, Rosa Córdoba, Claudia Lozano, “por mencionar a algunas y es que, en los ochenta, noventa y dos mil estábamos figurando en todo, a quien le daban portada de revista en el país o salía en un editorial de moda era porque estaba trabajando con excelencia”.
Dice que sin preparación ni esfuerzo no hay gloria e invita a las chicas que sueñan con ser artistas reconocidas que inviertan tiempo y recursos económicos en capacitarse a conciencia.
Su fundación “El alma no tiene color” nació hace más de 15 años, la inspiró una niña con cáncer que conoció en un hospital en Bogotá, “ella me dio la bendición, me encantó conocerla y fue el detonante para tomar la decisión de querer apoyar a muchas personas que padecen de cáncer y de diferentes enfermedades”.
Es un programa de responsabilidad social y empresarial, “nosotros aportamos becas de estudio universitario completas gracias a la alianza con distintas universidades e instituciones educativas, hemos logrado destacar las potencialidades de diferentes chicas que participan en eventos de moda y talento y seguimos cumpliendo con esa misión de aportar educación”.
Filántropa, conferencista y creadora de contenidos, Belky Arizala es una mujer polifacética, de esas colombianas que creen en el país y lo promueven e impulsan a las personas que lo necesitan sin ninguna clase de egoísmo. Su escuela de talentos sigue otorgando becas de estudio para que las chicas que sueñan con ser modelos se formen y vivan la experiencia.
Digamos, finalmente, que Belky Arizala es una colombiana cuya piel es un canto a los misterios de la noche, un ejemplo para miles de compatriotas que pueden trabajar por los demás, un corazón de oro en la aridez de un país que, en ocasiones, parece caer en las garras del odio y la violencia.