En San Calixto, el pueblo en la provincia de Ocaña donde nació y en donde ni una hoja se mueve sin su autorización, se resisten a creer que esté muerto. Ellos lo han visto inmune a las balas, invisible a tantas persecuciones. En Catatumbo adentro, Megateo hace rato dejó de ser un hombre para convertirse en un mito.
Solo en el 2006, cuando un comandante del Ejército se empecinó en perseguirlo en su territorio después del asesinato con un bombazo a 17 detectives del DAS que lo rastreaban, se supo de Victor Ramón Navarro, a quien llamaban Megateo. Hasta entonces nadie sabia que había nacido el 25 de enero de 1976, que su madre había sido torturada, violada y después asesinada por los paramilitares a principios de los años 90, que cuando esporádicamente bebía alcohol se convertía en el alma de la fiesta por sus chistes verdes, que tenía debilidad por las joyas y, sobre todo, por las muchachitas vírgenes.
Sofocados y a ciegas, después de recorrer las veredas de Villacaro, los soldados del comandado quisieron calmar la sed en una tienda. A la hora de pagar las cervezas se les adelantó un hombre dispuesto a pagar la primera ronda quien aprovechó el momento para expresar su preocupación por el cerco de bandoleros que azotaba la región. Concluida su historia adobada con un parte de chistes verdes se retira dejándoles pagadas un par de cervezas más. El hombre era Megateo.
Las historias del comandante del frente Libardo Toro Mora del EPL han reemplazado a las que contaban las abuelas en la Provincia de Ocaña sobre la Patasola, la Madremonte o La Llorona. Sus múltiples poderes lo han hecho sobrevivir a caídas de abismos como la que sufrió en el 2007 cuando un operativo del ejército lo sorprendió mientras jugaba fútbol a pocos metros de un despeñadero. Par salvarse Megateo debía saltar los 50 metros que separaban el peñasco de una quebrada. Sin pensarlo dos veces el guerrillero, frente al asombro del centenar de personas que se habían agolpado en los alrededores de la cancha para verlo jugar, saltó con tan buena fortuna que cayó sobre la copa de un árbol. En Hacarí la mayoría creen que ese día a Megateo, como la criatura mitológica que es, le salieron alas.
Su escapada más célebre no fue esa sino la que protagonizaría un año después. Seducidos por la recompensa de 500 millones que pagaba el gobierno por su cabeza, dos de sus hombres más cercanos lo durmieron con escopolamina en el trago y lo entregaron a unos agentes del DAS. Terminó esposado junto con su escolta en el platón de una camioneta rumbo a Cúcuta. Nunca llegaría a su destino. Cuentan los agentes del Das que apenas recuperó la conciencia el guerrillero se lanzó de la camioneta en movimiento y que cuando estos quisieron reaccionar sus armas, misteriosamente, se atascaron.
Megateo está lejos de tener poderes paranormales. Lo que sí ha tenido a lo largo de esta última década, cuando se convirtió en el barón de la droga del Catatumbo, es un alto poder de infiltración dentro de la cúpula del poder. El día que llevó a una trampa mortal a 17 detectives del Das, lo hizo con la colaboración de Oscar Mauricio Rojas y Carlos Alberto Suárez Reyes, agentes de la institución quienes aceptaron ayudarlo a cambio de dos puchos de cocaína, un reloj de oro y dos millones de pesos para cada uno.
En Villacaro supo ganarse el respeto de la gente con actos de generosidad en una región donde el estado está ausente. Impuls brigadas médicas como si contara con un hospital con especialistas , en medio de la selva. En navidad reparte regalos entre los niños y en febrero útiles escolares. Lleva mercados a ancianas en las veredas más apartadas y de cuando en cuando, lidera fiestas pantagruélicas. Pone por lo alto el precio del kilo de coca: 800 mil pesos ofrecen las Farc mientras el lo paga a dos millones. Nadie en el Catatumbo se siente siquiera tentado a denunciarlo para cobrar los US $5 millones que ofrece como recompensa Estados Unidos por su cabeza, ni los 2.000 millones del gobierno colombiano. Los pobladores del Catatumbo se hacen los de la vista gorda con sus secuestros, su obsesión por las vírgenes y sus asesinatos. Mejor tenerlo vivo.
Nadie se explica en Ocaña quién pudo haberlo traicionado y tenerlo adportas de la cárcel o de una tumba en Santander. La mayoría de voces acusan a las Farc quienes, desde hace varios meses, se mostraban celosas por el alto precio que le había puesto a la coca. Lo cierto es que el último anuncio de su muerte ha servido para reafirmar el mito de Megateo, el invencible.