Sobre las 10 de la noche del 30 de abril de 1993 Diego Álvarez entró al apartamento del publicista Sergio García, quien acababa de ganarse un viaje a Londres y celebraba una fiesta en su apartamento 201 de la calle 30 con carrera 3a de Bogotá. El actor tenía los ojos desorbitados y la tez pálida. Era el último -como siempre- en llegar a la fiesta y lo único que dijo, con una voz que se acercaba a la histeria, fue "¿ dónde está Marcela?", se refería a su esposa, Marcela Álvarez. Ella no estaba en la reunión así que, sin decir nada, volvió a cerrar la puerta, subió hasta el tercer piso.
A las 12:25 de la noche los invitados a la fiesta escucharon el ruido seco y estruendoso del cuerpo de Álvarez cayendo al suelo. Bajaron a la acera y lo vieron, reventado e inerme. Tenía 39 años. A partir de allí comenzó una serie de especulaciones. Primero dijeron que lo habían matado, que tenían la evidencia que habían entrado dos personas a su apartamento, que hubo un forcejeo, que el teléfono blanco que tenía cayó al suelo y se disparó el contestador e inmediatamente quedó grabada el audio de la pelea. Y luego la tragedia.
Detuvieron a tres personas, entre ellas a su esposa a quien habían acusado de asesinato. Pero en diciembre de 1993 fueron liberados y el curso de la investigación tomó un inesperado giro: Diego Álvarez se había suicidado. El dictamen fue claro: Álvarez había consumido coca y marihuana en cantidades industriales, incluso la adicción a la droga había sido el monstruo que combatió en la brevedad de su vida.
Nunca sabremos si fue suicidio o asesinato, el punto es que Diego Álvarez fue una pérdida terrible que hoy, los que amamos la televisión colombiana, seguimos lamentando.