Hijueputín; es decir, hijo de Putin. Término acuñado por su ilustrísima, el perfectísimo y augusto senador Gustavo Bolívar. Su fanaticada diría que por tamaña genialidad es merecedor de la cruz de Boyacá, del Rómulo Gallegos, del premio Cervantes, del Premio Nobel de Literatura y hasta del Nobel de Paz.
Vea, mi querido camarada: suelte esa cauchera, esa piedra, ese garrote, esa escopeta, ese fusil, esa ojiva nuclear. Tenga piedad, yo no soy duquista ni fajardista ni uribista ni yanquista ni ruso ni prorruso ni antirruso ni gaitanista ni petrista ni hago parte de ningún clan de esta esquina ni de la otra ni de acá ni de allá ni de acullá.
Soy colombianista a morir y a mucho honor. Además, mientras se pueda estoy haciendo un ejercicio de libertad de prensa y expresión. Por otra parte, como buen periodista voy en contravía del poder. Sí, porque aquí ya tenemos presidente antes de las elecciones y por poquito dictador sentado en la casa de “Nari”.
Vamos a ver hasta dónde soportan mis irreverencias sin chistar ni hijueputiar ni argumentar con gonorreazos. Un poco más de imaginación, mis buenos muchachos de la otra esquina del odio. Y no se les ocurra imitar a sus muy amados rivales políticos para decirle al ingenuo pueblo colombiano: ¡voten por tal o por pascual, por fulano y zutano o lo pelamos!
Ríase, hombre, que lo estamos filmando. A ustedes los sectarios lo primero que se les acaba es el sentido del humor. Aprendan de mí que me río de “dios” y del diablo, de Trump y de Biden, del chino y del conchinchino, de Petro y de Uribe, de USA y de Rusia, de Putin y de los hijueputines.
Antes que nada me río de mí mismo, que soy el payaso primado de Colombia, y a diferencia de los hipócritas no le tengo miedo a nada ni a nadie y mucho menos le temo al ridículo. Y si no se van a reír con este sarcasmo vénganse de a uno que en el nombre de Cristo, el Dios verdadero, los exorcizo para sacarles los demonios del rencor, de la envidia, de la frustración, del odio, de la amargura, del ánimo de venganza, del espíritu de violencia y división.
¿Ya puedo regresar del exilio a mi amada patria para inaugurar la gloriosa era del incorruptible, Gustavo Petro? ¿No me van a lapidar ni a “chuliar” ni a eliminar con un veneno importado de la “madre” Rusia? Mi Dios les pague y les dé el cielo.