Está por acabarse la telenovela Alias el Mexicano, de RCN Televisión y no pude evitar la comparación con la de Caracol, El Patrón del Mal. Ambas series de muy buena factura, con grandes actuaciones y sin escatimar recursos. Es decir, producciones que dejan muy bien parada la industria de la televisión nacional.
Sin embargo y siendo que El Patrón del Mal me pareció superior desde el punto de vista de la producción y la actuación, el Mexicano aporta una mirada muy distinta y mucho más constructiva sobre nuestra sociedad.
En El Patrón del Mal la historia se contaba desde los malos, los grandes protagonistas eran Pablo Escobar y su familia. Cada vez que podían nos dejaban ver el lado humano y sentimental de ese mafioso despiadado que mantuvo al país arrodillado a su dominio basado en la fuerza y la corrupción. Con vergüenza debo reconocer que en algunos episodios, era tan bien actuada la relación familiar que terminé haciendo fuerza para que no lo cogieran y lo separaran de su amada hijita.
Es apenas obvio que una producción de esa calidad atrape, pero el peligro es que quienes la veían podían terminar confundidos desde el punto de vista ético porque estaba contada desde la intimidad de los narcotraficantes, todos los demás protagonistas eran de relleno, como si no tuvieran vida personal y como si fueran seres tremendamente aburridos, incapaces de generar ninguna empatía. De manera que el desarrollo llevaba a que ganaran emocionalmente los malos.
En Alias el Mexicano, las cosas han sido muy distintas. La historia se contó básicamente desde tres miradas, todas ellas de buenos seres humanos. La autoridad representada en el ministro de Justicia Rodrigo Lara, un coronel antinarcóticos y su asistente y dos funcionarios de la Procuraduría; los medios con la revista Semana a la cabeza y los campesinos representados por una familia desplazada por Gacha. Al fondo los gringos con sus ambigüedades y relativismo moral en el combate de la droga. Y finalmente está Gonzalo Rodríguez Gacha, un ser oscuro, incapaz de sentir ningún afecto, despiadado y solitario, que se constituye, ese sí, en el verdadero Patrón del Mal.
Y la historia contada desde los buenos, como lo demuestra esta producción de RCN, también funciona, también puede tener melodrama y sentimentalismo, amor y dolor como es necesario en una telenovela, pero deja una enseñanza de fondo y es que hay gente en este país que si se la ha jugado por derrotar la mafia. No todos se venden, no todos fracasan, unidos esas tres fuerzas, autoridad, medios y ciudadanía podrían enfrentar la corrupción y las amenazas, vengan del lado de la guerrilla, de los paras o de los narcos.
