Cuando la exvicipresidente Marta Lucía Ramírez preguntaba por qué los jóvenes pierden su tiempo estudiando esas disciplinas como la sociología y la filosofía, no previó que ese criterio irracional fue unos de los factores que agravó el estallido social.
“Vea así les va quedar difícil la vida sino entran al mercado” afirmaba la exvicepresidente, porque para esta época la estela secular del protagonismo del niño y el joven ha ido en aumento y en la sociedad feudal-gamonal-neoliberal que son hermanas, ellos también ocupan el lugar de consumidor.
Se le ofrecen objetos de manera incesante, exigiéndole que los valoren más los cachivaches, cuanto más dinero cuestan tienes más alma, dan más estatus lo que permite entrar a formar parte del mercado descartando el trato como personas (a los niños, a los jóvenes y a los maestros) como seres humanos, reducándolos a la categoría de número, futuros empleados, o futuros ciudadanos bien portados y adecuados a la inserción en el mercado productivo.
Un somero repaso de las actuaciones de la ultraderecha se limita a la acumulación, la ganancia y medir materialmente a las personas en un simple saludo.
En congruencia en alguna oportunidad el pensador y periodista mexicano León Bendesky dijo del intelectual Michael Sanders que la filosofía tiene un carácter ineludible y arroja luz sobre nuestra vida cotidiana y se suele decir que los sociólogos son buenos para predecir el pasado, no el futuro, pero esta vez no me he equivocado; así entendidas, pertenecen no sólo al aula, sino a la plaza pública, donde los ciudadanos deliberan sobre el bien común.
Peter Sloterdijk, en otro tenor, reivindica el punto de vista de Nietzsche acerca de que la filosofía es el intento incansable de dañar la estupidez y añade que esa definición parece ser la más bella .
El problema álgido es que gobiernos fueron tan renuentes a comprometerse y tomar decisiones, como si ya no fueran terrenos de su competencia, compromiso que ha asumido la administración Petro.
Todavía no han suspendido el vértigo persecutorio que se cierne sobre la personalidad de la ministra al someterla a censura por parlamentarios que desconocen el tema de la energía para el futuro, subestimando los programas de gobierno y la legitimación de tener la prerrogativa de declarar lo que es legal y lo que no, lo que termina en discusiones circulares porque no han comprendido que el pacto histórico ganó y es su deber desarrollar los programas que planteó en debate electoral.
Irene Vélez, filosofa, sabe que toda filosofía trata en todos los tiempos al ser, la existencia, ambiente, sus interrogantes con sus pasiones, y por fin está frente al desempeño a la dignidad misma y sentir que la humanidad aún no había renunciado a ser aquello a lo que el común de los mortales aspira.
Por eso el replanteó la necesidad de definir un “estilo de desarrollo” propio, que se convierte en un proyecto nacional cuando se asocia a un estilo de consumo y de trabajo, así como al estilo científico, tecnológico, artístico y aún el de acción política democrática. ´
Miren, cuando la joven ministra de Minas alborotó el avispero al plantear un tema ampliamente humano como lo es el rendimiento decreciente, fue suficiente la contraposición del terrible e insoportable ambiente apocalíptico y de la necedad de algunos sectores de la oposición política y mediática de la ultraderecha irracional, fastidiosa y fanática al equiparar el programa de energía limpia con la reiteración del sonsonete del “fracaso del comunismo”, lo que llama la atención es lo que no se dice.
El fracaso evidente del neoliberalismo, feudalismo y gamonalismo, y no solo en los países periféricos, como lo muestran la pobreza, la desocupación y el malestar en EE.UU. que han sido denunciadas por el presidente Biden en los célebres discurso de Pensilvania y Ciudad de México en la Conferencia de los Países Americanos, amén de las denuncias de Nancy Pelosi
La ministra que la ven como incorregible ha denunciado sin tanto alardes el supremacismo y la farsa de personas mediocres que sólo sobreviven en un medio poco exigente como la política de baja densidad social y de la peor estofa, idolatras de la solemnidad que es el traje de etiqueta de la mediocridad, los que critican los Tenis de la ministra, usted los ve permanentemente incrustados en el Estado robando y dejando robar, manipulando el 10% del contrato, en esta época en la que actuar significa engolar la voz y desplazarse con pomposidad hacer señalamientos son los que más saben, determinan quien debe vivir y quien estudió, es la llamada “oposición inteligente “(?) que lo inteligente fue llevar una olla hirviendo al hemiciclo para ver si al fin al cabo si se sazonan porque están crudos, practican la idea que aquí subyace es que los objetivos individuales convergen de forma tal que si cada uno persigue su interés particular, se alcanza así el bienestar común.
De tal modo, el egoísmo es presentado como