Definitivamente la ignorancia es atrevida. Va a tocar darles una primera lección tanto a los funcionarios del gobierno como al presidente Duque sobre qué es la política. La definición más pertinente es aquella que entiende la política como "el escenario en el cual se resuelven de manera pacífica las contradicciones propias de toda sociedad." Por esto sorprende la forma como descalifican cualquier diálogo entre la minga y el presidente señalándolo como político. La pregunta obvia es qué será lo que pretenden que la minga hable con el presidente de la República de manera que para el gobierno sea aceptable este encuentro. De música, ¿esa que le gusta al presidente? De fútbol, ¿que también le interesa al presidente? Obviamente, sus temas son de fondo y tienen que ver con los problemas que enfrentan, entre muchos otros, nada menos que sobre los permanentes asesinatos de sus miembros.
La pregunta que salta a la vista frente a esta actitud del presidente y sus colegas es por qué para este gobierno la política es algo malo, perverso, lleno de peligros. Debe ser porque esa es la forma como la ejercen que se fundamenta en la lógica del amigo-enemigo y por ello le temen. Es en ese contexto en el cual se entiende el rechazo del gobierno en su conjunto y del presidente Duque a tener una reunión con la minga como si ese encuentro fuera una guerra, una lucha en la cual habría vencedores y vencidos y por alguna razón ya se ubican entre los últimos.
Sería interesante que los miembros de este gobierno se ilustraran un poco y leyeran los innumerables análisis que demuestran la deuda histórica que tienen todos los países de América Latina con la población indígena de estos territorios. Colombia no es ni mucho menos la excepción porque basta ver sus indicadores sociales y económicos, de desnutrición, de educación, de acceso a los derechos que consagra la Constitución, para entender la legitimidad de sus infinitas demandas. Pero además, el Cauca para empezar, ha vivido esa cruenta lucha contra los terratenientes, los grupos insurgentes, los narcos y todos los enemigos a los cuales con frecuencia se agregan miembros del gobierno. Y todavía, el presidente Duque cree que no tiene nada que hablar con ellos.
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Error grande el de funcionarios que rodean al presidente, poco le ayudan que en medio de su inexperiencia, no cometa errores mayúsculos entre tanto descontento
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Pero lo realmente grave es lo que puede pasar con su llegada a Bogotá y la reacción no solo de ellos, los miembros de la minga, sino de todos los colombianos que están desesperados con la falta de democracia; que sienten en carne propia la soberbia de este gobierno; que no entienden la distancia del presidente Duque frente a la realidad nacional. Eso si es un problema de marca mayor porque muchas insatisfacciones profundas de la gente están a flor de piel y se pueden sumar al rechazo del presidente a reunirse con la minga.
Qué error tan grande están cometiendo esos funcionarios que rodean al primer mandatario que poco le ayudan a que en medio de su inexperiencia, no cometa errores mayúsculos en momentos en que hay mucho descontento; en el que lo que pasó hace un mes sigue en la memoria de millones de colombianos. En que aún no se ha logrado que el gobierno entienda su distanciamiento con las demandas legítimas. Momento en el cual el uribismo empezó una campaña presidencial que quiere acabar con elementos importantes del Acuerdo de Paz que sí ha sido la esperanza de muchos.
Presidente Duque, no se equivoque más en materia grave que para usar una expresión coloquial: "El palo no está para cucharas".
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