Desde que Carmen de Carupa cambió su vocación agrícola a la minera, con la aprobación de títulos mineros para la explotación a cielo abierto de gravas y arenas, no ha vuelto a ser la misma; y todo porque al parecer vale más la minería que la vida, vale más la economía y el dinero que el agua, vale más estar del lado del poderoso que del débil y necesitado.
Es tan fuerte el impacto ambiental, social, económico y paisajístico que ha causado en este hermoso municipio de Cundinamarca la llegada de la minería que todo ha cambiado alrededor de esa fábrica de agua del país. Muchas especies de flora y fauna se han destruido; musgos, orquídeas y pequeños humedales afectados, así como el verde paisaje de su meseta y laderas, ríos y quebradas.
Tal vez uno de los mayores impactos es frente a la población que se encuentra en el casco urbano del municipio y sus alrededores, pues son afectados por el polvo, el ruido, las vibraciones, el vertimiento de lodo y agua sobre la vía pública, el paso de volquetas y maquinaria que generan rápido deterioro de las vías públicas de acceso, la inestabilidad y la erosión debido a los grandes socavones y al alto nivel de aguas subterráneas; desmejorando a todas luces la calidad de vida de los carupanos.
Lo anterior, sin tener en cuenta la franja ambiental de protección entre el casco urbano y la explotación, como se acordó en la licencia ambiental. Incluso ahora pretenden que la CAR les apruebe otra licencia para explotar a tan solo 100 metros del pueblo. De expedirla, los impactos serían desastrosos para Carupa y sus habitantes.
Entrados en el tema, causa curiosidad cómo la CAR permite explotar en una zona muy importante para el medio ambiente y para el recurso hídrico de la región, cómo permite una concesión de agua sin ningún control y cómo no realiza un seguimiento riguroso y estricto a las empresas mineras y sus licencias.
Además, causa aún mayor curiosidad y preocupación para la comunidad cómo esta corporación pretende aprobar que prácticamente se explote en el casco urbano, a no más de 100 metros. Esperamos que el alcalde y concejales actúen y hagan la gestión para la cual fueron elegidos.
De ser un pueblo verde, con aire puro, con afluentes de agua cristalina y con estupendos paisajes, pasó a ser uno erosionado, polvoriento y amenazado con desaparecer. Los carupanos nos debemos unir y no permitir que estas acciones se sigan presentando y que avancen sin que hagamos resistencia.