La mezquindad de los pastores cristianos que hacen campaña por el No

La mezquindad de los pastores cristianos que hacen campaña por el No

"Un nutrido grupo de pastores evangélicos ven en el 'Sí a la paz' la apertura de las puertas al infierno"

Por: Ferney Yesyd Rodríguez Vargas
septiembre 07, 2016
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La mezquindad de los pastores cristianos que hacen campaña por el No
Foto: radiomacondo.fm

A medida que se acerca la fecha del plebiscito para aceptar o rechazar el acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC, se han escuchado varias voces en contra del mismo. Muchas de ellas eran esperables, como la de Uribe y sus apóstoles (que no son sólo doce), las de muchos ganaderos y palmicultores, que probablemente ampliaron sus terrenos con desplazamientos paramilitares. Otras voces, en cambio, llamaron la atención entre los ciudadanos por tratarse de personas que en el colectivo popular se asociación con la no violencia. Se trata de un nutrido número de pastores evangélicos que ven en el “SI a la paz” la apertura de las puertas del Averno.

La famosa Misión Carismática Internacional se daba por sentada como firme opositora. Con pastores congresistas en la lista de Uribe, como Orlando Castañeda, y ofreciendo su templo como sede de campaña en las pasadas elecciones legislativas al Centro Democrático, estaba claro que su Reino “sí es de este mundo”. Para ellos, Dios y César deben compartir trono y tributos, a la menor usanza de los Reinos Pontificios, pero con música góspel moderna y corbatas en lugar de sotanas.

El coqueteo de Uribe con las iglesias cristianas durante sus ocho años de mandato desdibujaron la poca laicidad alcanzada y se llegó al punto que se hacía campaña en sus púlpitos. Por el 2009, la Iglesia Misión Carismática del Mundo de Cali recibía un enorme lote incautado a la mafia, lo que llevó a muchos pastores a decir que Uribe era amigo del pueblo cristiano. Ninguno de ellos reparó cuando ese mismo año el presidente Uribe calificaba a los defensores de derechos humanos como “traficantes de derechos humanos” al “servicio del terrorismo” lo que aumentó la persecución y muerte de muchos de estos activistas. Allí no hubo indignación moral pastoral alguna.

A estos pastores que van por el no en el plebiscito parece importarles muy poco que en caso de que ganar el rechazo a los acuerdos, muchos colombianos, a esos que llaman “el prójimo”, tendrán que volver a ver los horrores del desplazamiento, los campos minados, las extorsionados, secuestros en la continuación de la guerra de guerrillas más larga de América, en un contexto en el que el paramilitarismo podría volver a surgir y las peores injusticias volver a repetirse. Desde sus cómodos pulpitos y sus acomodadas casas y camionetas - fruto de la bendición de los diezmos-  ven la guerra tan lejana como la pudiera vivir cualquier tele evangelista que transmite desde Brasil o La Florida.

Están por el no al plebiscito la Iglesia Ríos de Vida, La Iglesia Familiar Internacional (del concejal Marco Fidel Ramírez), Iglesia Casa del Reino, Iglesia Manantial adscrita a las Asambleas de Dios en Colombia, Iglesia Avivamiento (con lema “vive otra realidad”), la Iglesia Evangélica Bethesda, así como la ya mencionada Misión Carismática Internacional, entre muchas otras.

La razón de tan enconada oposición clerical es que en el acuerdo hay un aparte que habla de enfoque diferencial de género, con el que se busca tratar con dignidad a las mujeres y personas LGBTI. Mencionarse a los LGBTI es para los pastores tocar las trompetas de la guerra, porque no hay nada qué exaspere más a los clérigos que ver a gays, lesbianas y transexuales viviendo su ciudadanía como cualquier otro mortal. Los derechos de la comunidad LGBTI ocupa el grado más alto de indignidad moral cristiana al punto que fue lo único que ha logrado unir a evangélicos, católicos y ortodoxos como punto común de acción social en muchos países. Al parecer no era eso lo que presuntamente dijo el Jesús de sus Escrituras. ¡Pero no importa! Los pastores del NO, tampoco tienen tiempo para pensar en eso de “perdonar a los enemigos” y “pensar en los desamparados”.

La diputada santandereana Ángela Hernández y feligrés de la Iglesia Cuadrangular, salió del anonimato al conocimiento público, por sugerir en radio que deberían existir colegios segregados para los chicos LGBTI. Ahora se ha sumado a las voces que consideran que el reconocimiento de las personas LGBTI como normales, cosa contraria a la Biblia, es motivo suficiente para oponerse al pacto de fin del conflicto armado. Olvidando o ignorando que Colombia es un Estado Laico, donde los preceptos religiosos no son fuerza de ley, afirmó recientemente en un acto en la Asamblea departamental de Risaralda que “Llegó la hora de que los hijos de Dios [entiéndase ellos]… retomemos las riendas de nuestra sociedad”.

En diferentes púlpitos se ha hecho pasar textos del Antiguo Testamento como proféticos contra el plebiscito y Juan Manuel Santos, tal como lo hizo el pastor Miguel Arrazola, (Iglesia Ríos de Vida) en Cartagena quien citó al libro de Daniel para llamar al presidente “el Anticristo en Colombia”.

No se queda atrás Marco Fidel Ramírez, el Concejal de la discriminación, al afirmar en redes sociales que “Voto no al Plebiscito! Si pisotea los principios bíblicos y ataca a la familia”. A Ramírez no le causa esto el mayor sonrojo, pero debería servirnos de alerta a quienes amamos la democracia y la libertad al ver tantos ataques a la laicidad y al derecho de existencia y respeto de las minorías en un Estado plural y Laico.

“El destino de Colombia no puede quedar en manos de Satanás” afirmó en prédica el pastor de la Iglesia Manantial, Eduardo Cañas Estrada, al pedir votar NO al referendo. ¡Cómo si estos 60 años de conflicto armado hubiéramos estado en manos de querubines!

Mi asombro por la mezquindad de los pastores se da porque en ningún momento frente a crisis morales reales, como las masacres paramilitares, los falsos positivos, el desfalco de la salud en los municipios, la corrupción rampante del país, la muerte de los niños wayú, la pederastia en la Iglesia Católica y el mercadeo de la fe, ha habido el menor plantón o siquiera comunicado de prensa por las iglesias que hoy se rasgan las vestiduras. Nada de esto ha convocado marchas “en defensa de la familia”. En realidad, el desplazamiento de miles de familias campesinas a los cinturones de miseria de las ciudades a causa de la violencia si ha constituido verdaderos ataques a la familia y no lo es el hecho que se enseñe a nuestros jóvenes que gays, lesbianas y transexuales no están enfermos y no deben ser objeto de burlas y tratos crueles (A esto último han denominado en sus círculos de discriminación como “ideología de género”).

A la diputada Ángela Hernández nunca le causó indignación moral que se destinaran 55 mil millones de las regalías de su departamento para la construcción del Santísimo de Floridablanca (que se parece a Jesús pero que no es el dios cristiano y se puede asimilar a cualquier deidad indígena u oriental y que se llamó así como apócope de “santanderianísimo” en palabras de sus defensores), mientras con ese dinero se podrían haber construido acueductos, hospitales, escuelas o bibliotecas.

Todo esto no sería tan grave si los líderes religiosos no tuvieran tanto poder sobre sus feligreses. Tan solo basta recordar como el pastor y exsenador por el PIN Jorge Trujillo Sarmiento, de la Iglesia Casa del Reino, logró convencer fácilmente a su feligresía que el fenómeno climático de la Niña del 2010, caracterizado por exceso de lluvias, había sido resultado de la asistencia del presidente Santos a un ritual con los indígenas de la Sierra Nevada al poco tiempo de resultar electo. Esto bastó para que sus feligreses votaran por el Centro Democrático en las elecciones presidenciales y legislativas del 2014.

La política y la religión son ingredientes peligrosos para las libertades cuando se mezclan. La influencia de los clérigos en la vida política es tan marcada, y juega contra la democracia y la laicidad, que naciones como los Estados Unidos prohíben a las iglesias tomar partido en contiendas electorales o en Honduras se prohíbe a los clérigos ser candidatos políticos. El solo ver como Irán, una nación moderna y liberal en los años setenta, pasó a ser el régimen asfixiante y teocrático de hoy, nos muestra el enorme daño que puede hacer ignorar la defensa del Estado Laico (separación entre política y religión) y permitir que los fundamentalismos se tomen lo público. Aún estamos a tiempo.

 

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