En 1964, la llamada agrupación de los Gaiteros de San Jacinto hizo su primera gira por Colombia. Así, otras regiones del país conocieron que había una población que se llamaba San Jacinto y que algunos de sus nativos hacían música con unas cañas de pitahaya y tambores con parches de cuero de venao. Instrumentos hechizos con los que producían unos sones alegres y contagiosos, que se alentaban con versos, en una variedad de métricas, que narraban la vida dura y agradecida de los hombres del campo montemariano.
La agrupación fue organizada por Delia, Juan y Manuel Zapata Olivella, quienes se empeñaban en que su agrupación de danzas folclórica tuviera músicos en vivo que hicieran sonar los diversos ritmos del Caribe con una gracia única y un espíritu vital.
Esos gaiteros de San Jacinto fueron tan aclamados en aquella gira, que su música fue escogida para acompañar a los deportistas colombianos que se preparaban para asistir a los juegos olímpicos de México 68.
Cuenta Catalino Parra, único sobreviviente de aquella delegación de músicos, que también se organizó una olimpiada cultural, en la que participaron las agrupaciones folclóricas que acompañaban a las delegaciones deportivas: “Se organizaban unas fiestas grandes, presentaciones bien organizadas —recuerda Catalino Parra—, y se tocaba bastante, músicos buenos de todas partes del mundo, había bailes, y fíjese usted, nos trajimos la medalla de oro como mejor grupo folclórico”.
Esas medallas olímpicas entregadas a los gaiteros de San Jacinto se convirtieron en las primeras conseguidas por el país en un certamen de este tipo y el primer gran logro internacional de la cultura popular del país. Aquella agrupación de gaiteros estaba conformada por Juan Manuel Lara, (gaita hembra) José de la Cruz Díaz Lara (tambor alegre) Toño Fernández (gaita macho y canto), nacidos todos en San Jacinto, y Catalino Parra (canto, tambora y llamador), nacido en Soplaviento, sobre la riberas del Canal del Dique.
LP de Los gaiteros de San Jacinto para CBS, 1968
Al llegar a Colombia, CBS, la empresa productora más importante del momento, les ofreció hacer una grabación con sus cañas de cardón y sus tambores hechizos. Se produjo así el LP (long play o larga duración) titulado Hacha, machete y garabato (1968). En la portada se ve la agrupación con vestido entero verde oscuro, corbata vino tinto y camisas de cuello almidonado. En pecho y corbata, el escudo tricolor de Colombia. Esa fue la pinta con la que se presentaron a las grandes audiencias de las músicas grabadas. En el extremo inferior derecho de la portada del LP se lee “los gaiteros de san Jacinto (sic)”. Una tradición incógnita era reconocida en un pueblo de Montes de María. Luego, siguieron los trabajos Los gaiteros de San Jacinto, maestros de la Maestranza; Barriendo y Los tres golpes, sin años de publicación en las caratulas, pero debieron grabarse a comienzos de las década del 70.
Las producciones que siguieron después están marcadas por singularidades que vale la pena comentar. La primera es que, por años, existieron dos grupos que se proclamaban como gaiteros de San Jacinto. “Luego de esos éxitos, Toño, que era líder del grupo, comenzó a querer mandar más que todo el mundo, y doña Delia no lo llamó a una presentación, entonces, con otros músicos de San Jacinto, armó un grupo aparte. Yo también armé el mío, con Juan y José, los hermanos Lara, que no querían estar con Toño, es que él era muy mandón. Invitamos nosotros a un joven tamborero bueno, que era cajero de vallenato, que era el gordo Pablo López (nacido en La Paz, Cesar) no sé por dónde andará ahora. José fue el que le enseñó cómo se sobaba el cuero del tambor, él aprendió de nosotros y eso lo aplicó en la caja vallenata para que sonora más soba’o. Los cuatro que te mencioné, salimos con un long play en el año 1973, que se titula Celestina en San Jacinto. En ese LP y, en los que siguieron, había un rótulo que decía “Gaiteros de San Jacinto-canta Catalino Parra”, sello distintivo que lo diferenciaba de la otra agrupación de los gaiteros de San Jacinto, liderada por Toño Fernández.
En los años 70, Gregorio El Goyo Almeida entró a la agrupación de los gaiteros de San Jacinto que lideraba Catalino Parra. El Goyo Almeida fue un gaitero clave en la construcción del álbum titulado La vaina ya se formó, tomado de un tema que le canta a los gaiteros de San Jacinto que no nacieron en San Jacinto.
Catalino Parra, el único sobreviviente de los Gaiteros de San Jacinto.
Foto: David Lara Ramos
Goyo le comentó a Catalino, que Toño Fernández se mencionaba siempre en sus canciones: “Si Toño Fernández canta/ despierta al que está dormido/ despierta la mujer sola/ abandona el marido.//. Y que ellos, que no eran de San Jacinto, debían hacer una canción que los nombrara. Catalino le dijo al Goyo, haga la canción y él la hizo. “Gaiteros de San Jacinto/ Gaiteros de San Jacinto, / Catano (Catalino) que vocaliza, / el Goyo (Gregorio Almeida) que toca el guacho, / Guardián (Francisco Ramírez) toca su tambó/ la vaina ya se formó/ Siriaca, / te lleva el diablo.//”
Ese mapalé es el tema de los gaiteros de San Jacinto que suena siempre como un pregón, un tema que reivindica el aporte de los soplavienteros a esa mítica agrupación que era más que un lugar de origen, un territorio que habitan o la cultura que representaban.
La solicitud para quedarse de manera exclusiva con Los gaiteros de San Jacinto esta en cabeza de Yeison Landero, Rafael Castro, Gabriel Torregrosa y Wilson Fontalvo, que pretenden reducir la tradición a un rótulo y de paso apropiarse de una tradición que incluye a músicos como Eliécer Meléndez El currarro; Mañe Mendoza; Nolasco Mejía; Juan Chuchita, Nicolás Hernández, Toño García, Rafael Pérez García (autor de Fuego de cumbia, tema que da título al trabajo ganador del Grammy en 2007), entre muchos otros, que han promovido los aires de gaitas.
Ellos podrían llamarse Los 4 de San Jacinto y comenzar así una nueva tradición, pero pretender apropiarse de manera exclusiva de un nombre que evoca una herencia musical sólida y ancestral es advertir el oportunismo de quienes pretenden quedarse con algo que le pertenece al pueblo en su más amplia acepción.
Los gaiteros Freddy Arrieta y Pascual Castro Fernández se han opuesto de manera formal a la petición. Detrás de ellos, hay discípulos de Catalino, El Goyo Almeida, Juan Chuchita, Juan y José Lara y una hilera de gaiteros que sigue alimentándose de la tradición, gracias a la generosidad de aquellos, para quienes un rótulo era solo eso, y no un mecanismo que abría posibilidades de riquezas pisoteando valores y creencias.