El pasado 27 de marzo, el concejal de Bogotá, Carlos Galán, escribió el siguiente trino
Un día le dicen a Fajardo “paraco enclosetado”, “uribista”, y otro día le dicen “acepte una alianza alternativa para ganar en primera vuelta”. Quién entiende a algunos sectores de izquierda...
Un día le dicen a Fajardo “paraco enclosetado”, “uribista”, y otro día le dicen “acepte una alianza alternativa para ganar en primera vuelta”. Quién entiende a algunos sectores de izquierda...
— Carlos F. Galán (@CarlosFGalan) March 27, 2021
Por supuesto, con la frase “algunos sectores de izquierda”, Galán se refiere exclusivamente a Petro y los petristas. Lo que en apariencia es una contradicción ideológica se trata en realidad de una mezquina estrategia política y comunicativa montada por los petristas desde 2018 para abrirse paso en la segunda vuelta en las elecciones del 2022.
Es una táctica ambigua cuyo objetivo es generar en la opinión pública la idea de una polarización entre “buenos” y “malos”, en la que los buenos son, claro está, los petristas. Y como el uribismo y la derecha es el enemigo a atacar, cualquier alternativa política diferente a la de los petristas, será catalogado de uribista, derechista, antiprogresista, uribista enclosetado, etc.
Para ellos, ningún otro candidato es conveniente para el país, ni de izquierda ni mucho menos de centro. Para ellos, la política es en blanco o negro, petrista o uribista, “la política de la vida o la política de la muerte”, como reza el mantra de Petro. La división en su sentido más básico y sucio: “Los que no estén conmigo, están en contra de mí y del país”.
Por eso, la alianza que Petro supuestamente le propone a otros movimientos y candidatos hacia el Pacto Histórico, en realidad tiene en propósito de afianzar la polarización que tanto le conviene y promueve: los partidos, movimientos y líderes políticos que no se adhieran al dichoso pacto, pasan a ser catalogados como los malos del paseo, amigos del uribismo, promotores de la derecha, cómplices de los banqueros, uribistas light o con tenis, y un largo etcétera.
Los constantes ataques a otros líderes políticos por parte de Petro y los petristas quiere dinamitar cualquier posibilidad de diálogo. Solo en mentes muy básicas puede caberle la idea de que políticos y periodistas de amplia trayectoria por la lucha democrática y abiertamente antiuribistas como Claudia López, Jorge Robledo, Daniel Coronell, Humberto de la Calle, Camilo Romero o Angela Robledo, entre otros, ahora pasen a ser considerados “aliados del uribismo”, “derechistas” o “más de lo mismo”. Suena ilógico ¿cierto? Pues bien, así los consideran los petristas.
De esta manera, cuando las otras tendencias no quieran adherirse a su proyecto político, tienen la excusa perfecta para decir “Si ven, si ellos no quieren unirse a mí es porque ellos son el problema; son uribistas y los tenemos que vencer”. El lado más oscuro y antiético de la democracia: querer llegar al poder estigmatizando y aplastando a cualquier expresión política diferente.
Petro y los petristas demuestran que le aprendieron al pie de la letra la estrategia electoral a los uribistas, de los que tanto dicen diferenciarse: ¿no es acaso la misma idea que promovió Álvaro Uribe cuando decía “voten por mí o estarán apoyando a la guerrilla”?, ¿o cuando decía en 2018 “voten por Duque o habrá impunidad en el proceso de paz”?