Al comienzo su padre quería que él se convirtiera en abogado para así proteger los negocios familiares. Según cuentan, en unos de sus viajes, lo cogió una tormenta que le llevó a temer por su vida. Levantó sus pensamientos al cielo y clamó por sobrevivir. Cuentan que este hecho lo cambió para siempre. Dejó los estudios de derecho y se convirtió en fraile. Años más tarde, presumiblemente el 31 de octubre de 1517, ese fraile agustino colocó en las puertas de la iglesia de Wittenberg sus 95 tesis, en donde criticó el absolutismo de la Iglesia católica, su corrupción, su forma de negocio y manipulación de las mentes, a la vez que proponía la libertad individual para alcanzar por sí mismo la salvación de Dios.
Esas noventa y cinco tesis marcarían el curso de la historia, pero de ninguna manera lo habrían logrado de no ser por la acción decidida de grandes mujeres que la historia poco recuerda como Katharina Schütz, quien según dicen era panfletista o Argula von Stauff, escritora que por medio de su pluma promovió y defendió los planteamientos luteranos.
Cuatrocientos doce años después nacería en Atlanta un niño al que le pondrían el nombre de Martin Luther King. Todo empieza con su padre, Michael King, pastor de la iglesia bautista. Este también se encontraba profundamente comprometido con el movimiento por los derechos civiles y como forma de emular a Lutero cambió su nombre y el de su hijo de Michael King a Martin Luther King.
Martin Luther King Jr. como su padre fue también pastor de la iglesia bautista y un gran dirigente del movimiento por los derechos civiles. Por medio del sermón religioso levantaba el pensamiento de libertad, igualdad y paz. Luchó incansablemente porque estos pensamientos se hicieran realidad. Así, participó y convocó innumerables protestas en contra de la guerra de Vietnam, el racismo y la pobreza en general. Esto, le costaría una serie de encarcelamientos y posteriormente su asesinato a manos de la intolerancia y el fanatismo.
Ahora bien, en la actualidad tenemos un número inacabado de “iglesias protestantes” las cuales poco o nada tienen que ver con su punto de partida en 1517 o con la visión y el papel que jugaron en EE.UU. en el siglo pasado a favor de las causas de libertad y progreso humano. En cualquier caso, están ahí y son una realidad. Para intentar descifrarla, lo primero es señalar que: es la búsqueda de un significado a nuestra existencia lo que produce cualquier religión. De ahí, se crea un sistema de creencias específico, con una moralidad, unos símbolos y unos ritos. En palabras de Clifford Geertz “una religión es: 1) sistema de símbolos que obra para 2) establecer vigorosos, penetrantes y duraderos estados de ánimo y motivaciones en los hombres 3) formulando concepciones de un orden general de existencia y 4) revistiendo esas concepciones con una aureola de efectividad tal que 5) los estados anímicos y las motivaciones parezcan de un realismo único” (Geertz, 1987).
Así las cosas, es mucho lo que han cambiado estas “iglesias” desde sus ritos, hasta su discurso. Martin Luther King decía “yo tengo un sueño, que un día, esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo: 'mantenemos estas verdades por ser evidentes, que todos los hombres son creados iguales'. Yo tengo un sueño, que un día las colinas rojas de Georgia los hijos de los exesclavos y los hijos de los expropietarios de esclavos, serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad. Yo tengo un sueño, que un día, incluso en el Estado de Mississippi, un Estado sofocante por el calor de la injusticia, sofocante por el calor de la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia. (...) Con esta fe seremos capaces de esculpir de la montaña de la desesperación una piedra de esperanza, con esta fe seremos capaces de transformar las chirriantes disonancias de nuestra nación, en una hermosa sinfonía de hermandad. (...) Cuando todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de juntar las manos y cantar en las palabras del viejo cántico espiritual negro: ¡libres al fin! ¡Gracias a Dios todo poderoso! ¡Somos libres al fin!". Sencillamente hermoso. Ahora en cambio tenemos: “Apostol, apostol, ella es Aura, no sé si se acuerda de ella, es la nuera del evangelista Nehemías —así, claro— junto con el esposo trabajan en la finca, en el agro, tienen un carro pequeño, pero ellos clamaron a dios para que les diera un carro más grande (...) cuál sería el poder de dios, apóstol, que el lunes la llamaron de un concesionario y le ofrecieron un carro grande, apropiado para las labores del campo y le dan un año de gracia para comenzar a pagarlo, para la honra y gloria de nuestro dios”.
Cuando usted entra hoy en día a uno de esos locales, se encuentra con que le dan globos de colores. Hay un grupo musical con guitarra eléctrica y batería, además de un magnífico juego de luces, como si de un concierto se tratara. Empieza el show, se lee algo de la biblia y se dicen cosas en contra de la diversidad y de otros que, para ellos “están perdidos”, “son pecadores” o son “ovejas descarriadas”. Después de esto, entran en una euforia colectiva, cierran los ojos, levantan las manos y gritan mostrando gran excitación.
Estos cultos, como la metanfetamina, son un potente psicoestimulante que ataca directamente el sistema nervioso central, produce sensación de bienestar, euforia y alivia la fatiga. A las metanfetaminas se les conoce por distintos nombres: meta, tiza, cristal, entre otros muchos. Por su parte, con los nombres de estos cultos ocurre lo mismo, son muchos y muy variados. Sin embargo, al igual que la metanfetamina, el nombre que se le dé no tiene importancia. Siempre causa el mismo efecto.
Sin embargo, parece que aún existen algunos centros religiosos que en lugar de generar odio intentan generar progreso o como lo dijo Martin Luther King Jr “transformar las chirriantes disonancias de nuestra nación, en una hermosa sinfonía de hermandad Lo vi en Brasil en una reunión de pastores progresistas con Lula y lo vi también en Colombia con algunos pastores respaldando la candidatura de Gustavo Petro.
En definitiva, una cosa es la espiritualidad y la religión y otra muy distinta es drogarnos.