Para no gustarle la mermelada y criticarla hasta el cansancio durante el gobierno Santos, al Centro Democrático se les está yendo la mano un poco.
No son pocos los nombramientos cuestionables, no por la calidad de personas, que seguramente en muchos casos lo son, sino por lo sospechosos que resultan algunos, sobre todo cuando son o cercanos al partido de gobierno o piezas políticas generalmente relacionadas con el líder natural del partido.
Muchos de esos nombramientos se fueron destapando recién posesionado el presidente Duque: embajadas como la de Estados Unidos, Costa Rica, Egipto o Suecia, en la que incluso se pasó por encima de un requisito indispensable que era el manejo de un segundo idioma. En este último, de cualquier manera se nombró al cuestionado Ubeimar Delgado, solo con el precario manejo del español y el del paisañol.
Sin embargo, más allá de las embajadas entregadas a diestra y siniestra a personas sin carrera diplomática pero cumpliendo el requisito principal —ser muy cercanos al uribismo—, encontramos otros nombramientos igual de sospechosos: Claudia Ortíz, en la ADR, nombrada sin ninguna experiencia en el área y con una criticada hoja de vida, que le valió que no fuera posesionada en los cargos anteriores en los que el presidente Duque insistía en ponerla; Darío Acevedo, otra de las cartas uribistas, nombrado a la fuerza en el CNMH, un cargo y oficio en el que no cree, pero en el que cuenta con una altísima cuota burocrática. Además de ellos, hay otra larguísima lista de personas que sin ninguna experiencia y con una discutida idoneidad han pasado de ser solo uribistas a uribistas con poder.
Quizá el presidente Duque se cansó de tantos nombramientos enmermelados y le relevó esa tarea a Susana Correa, quien desde Prosperidad Social ha venido cumplimento muy satisfactoriamente la tarea de ubicar a cada uno de los uribistas (o cercanos al uribismo) en lugares de honor en todas y cada una de las entidades del Estado con las que tiene relación. Correa, quien llegó del Valle del Cauca y luego de quemarse en las últimas elecciones, ha estado desde la cabeza del sector de la inclusión social, ubicando estratégicamente en cada unidad del sector a sus alfiles más cercanos, empezando con la hija de la ministra Alicia Arango, a quien nombró como subdirectora de Superación de la Pobreza, y siguiendo en cada región cumpliéndole a las personas que en territorios fueron claves en la elección de presidente.
Al parecer el lema de este gobierno es "la mermelada solo es buena si es la nuestra". En todo caso, si sería bueno que por lo menos por vergüenza le dijeran a los electores que aún les quedan que dejen de repetir incesantemente que este es un gobierno "sin mermelada", porque claramente la hay, lo único es que esta es un poco más grasosa.