Los avances y logros en materia de concursos de carrera administrativa, si bien son un imperativo constitucional, sin el concurso de la sociedad civil, que incluye a sindicatos promérito, veedores ciudadanos, abogados altruistas, y ciudadanos activos, no hubiera sido posible. Al igual que el avance, la experiencia adquirida, y el desarrollo institucional de la Comisión Nacional del Servicio Civil.
La clase política y sindicatos retardatarios han sido un obstáculo para su pleno desarrollo. No obstante han sido más de trescientas mil nuevos funcionarios los que han ingresado al Estado sin palanca política.
Por estos meses se van a desarrollar el concurso de la fiscalía, gracias a la valiente acción jurídica de una abogada y sindicalista, que reactivo un concurso que llevaba parado muchos años y con una interinidad ( provisionalidad) de su personal vergonzosa para una institución que imparte justicia. Sin embargo la oferta fue mínima y su fiscal sigue ejerciendo resistencia al mérito.
En la Dian se desarrollan , no como debería ser, nuevos concursos que han permitido el ingreso de centenares nuevos funcionarios y la utilización de listas de elegibles para muchos más. A pesar de las dificultades ya mencionadas se avanza.
Las superintendencias, en manos de la clase política , y de crear obstáculos para el ingreso meritocratico de su personal por fin decide desarrollar los concursos que permitirán el ingreso de miles de personas sin palanca.
Los concursos territoriales, igualmente en manos de la clase política territorial, han avanzado a pasos agigantados , y ya la gran mayoría de su burocracia está en consonancia con la constitución. Salvo los hospitales públicos.
Pero no todo es color de rosa, sigue siendo crítica. La función administrativa se sigue prestando desde hace más de 20 años con contratistas de prestación de servicios, con la complicidad de una institucionalidad representada en el departamento administrativo de la función pública , Dafp, y el servicio civil de Bogotá y las oficinas de la función pública territoriales.
Son ejércitos de personas que hacen parte de la para-laboralidad del estado en todas sus ramas, vinculadas por prácticas clientelistas, salvo contadísimas excepciones.
Y, aunque en menor número, la alta burocracia del estado , o clientelismo perfumado, ( gerentes, directivos, asesores) igualmente esta privatizada y al servicio de la clase política de todos los colores.
Todos los gobiernos y centrales obreras , desde hace más de treinta años, sin excepción , han pregonado hipocritamente la eliminación de los contratos de prestación de servicios , y la ampliación de las plantas del estad.
El gobierno del cambio, lo mismo que la alcaldesa de Bogotá prometieron su extinción. La realidad muestra otra realidad.
Su discurso meritocratico fue un engaño para hacerse elegir , y el estado continúa siendo un botin a repartir para el candidato ganador.
Solo la sociedad civil organizada o, ciudadanos altruistas, articulados con una nueva generación de políticos podrá producir esos cambios. Pero por lo visto en esta campaña no se avizora ese surgimiento ni discurso alguno en tal sentido.