La memoria es hoy otro desigual campo de batalla
Opinión

La memoria es hoy otro desigual campo de batalla

Tiene razón María Gaitán, la paz total será realidad cuando se dé toda la importancia a la memoria de quienes dedicaron su vida a luchar por la paz

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abril 09, 2025
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El Centro Nacional de Memoria Histórica dedicará este 9 de abril, Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado, a reconocer el papel de las luchas y resistencias de quienes le apuestan a caminar hacia la Paz Total. En palabras del María Gaitán Valencia, la nieta del caudillo asesinado ese día nefasto de 1948, “No es solo un día para recordar lo que sucedió, sino también lo que hacemos para proyectar la posibilidad de una Colombia en paz”.

Es así como la tarde de hoy, en el Parque Santander de Bogotá, el Centro abre sus megáfonos a las historias de resistencia procedentes de cada vereda, pueblo, barrio y ciudad, bajo el lema La memoria vive y resiste. La invitación añade que la agenda del encuentro destacará el poder de la memoria como brújula del futuro. Es cierto, mantener viva la memoria de los horrores vividos, contribuirá a que jamás vuelvan a repetirse.

La conmemoración del crimen de Jorge Eliécer Gaitán, convirtió el 9 de abril en un referente inevitable de la Violencia, como se llamó al conflicto vivido en los campos y ciudades del país durante la década siguiente, así como del largo conflicto que sobrevino luego, del que fueran protagonistas las FARC y el Estado colombiano, dado que la violencia del 48 involucró muy pronto al joven campesino liberal Pedro Antonio Marín.

Más conocido en como Manuel Marulanda Vélez, el líder del levantamiento armado que terminó con el Acuerdo Final de Paz de 2016, ocho años después de su muerte natural, tras 60 años de lucha guerrillera. La figura de Manuel inspira dos tipos de relatos, los de sus adversarios políticos y los de sus admiradores, igual que la de Gaitán, adorado por el pueblo, pero odiado no siempre en silencio por la oligarquía liberal conservadora.

Existe un libro bellísimo, escrito por Pedro Claver Téllez, sobre el asesinato de Jacobo Prías Alape, dirigente campesino del sur del Tolima, en el que se recrea de manera formidable el ambiente que reinaba en la región al comienzo de la década de 1960, cuando los pájaros al servicio del régimen, con la complicidad del Ejército y la Policía, cumplían el propósito de eliminar a la oposición política, sobre todo si la podían señalar de comunista.

El libro, titulado Punto de Quiebre, advierte cómo desde las altas esferas del poder en Bogotá, se comenzaba a fraguar un plan para aniquilar a los campesinos de la colonia agrícola de Marquetalia, y de otras, como sucedió luego, con Riochiquito, en el Cauca, El Pato, en el Caquetá, y Guayabero, en el Meta. El crimen de Jacobo Prías se enlaza de modo indisoluble con la Operación Marquetalia, que en 1964 dio origen a la gesta guerrillera de las Farc.

Previamente a la cual retumbaban en el Congreso de la República los discursos de los senadores Álvaro Gómez Hurtado, conservador, y Víctor Mosquera Chaux, liberal, las más importantes figuras del bipartidismo de entonces, exigiendo al gobierno frentenacionalista de Guillermo León Valencia, iniciar el exterminio de esas que calificaban de verdaderas repúblicas independientes. Desde sus orígenes la violencia tuvo dos caras.

Cuando el general Matallana descendió de su helicóptero y declaró recuperada la región de Marquetalia, en desarrollo de un plan denominado LASO por sus siglas en inglés, Operación de Seguridad para la América Latina, que daba cuenta de una estrategia anticomunista planificada y dirigida desde los Estados Unidos, ignoraba que estaba echando a andar la respuesta campesina y popular que estremecería al país por más de medio siglo.

Jamás debe olvidarse quiénes fueron los responsables de desencadenar el cruento conflicto colombiano

Jamás debe olvidarse quiénes fueron los responsables de desencadenar el cruento conflicto colombiano. Los mismos que durante los siguientes 12 gobiernos declararon la guerra a muerte contra las FARC y cualquiera al que acusaran de simpatizar con ellas. Los que en ese camino concibieron e implementaron la barbarie paramilitar, de la que hoy intentan desligarse. Poderosos gremios económicos y la gran prensa siempre estuvieron sumados a la embestida.

Pese a la firma del Acuerdo Final de Paz de La Habana, en el que ambos bandos reconocieron sus culpas, y a los propósitos de verdad, memoria y reconciliación que este promovió, hay quienes insisten en que las responsabilidades sólo pertenecen a los antiguos alzados. A los que, además, desprecian y mancillan cada vez que pueden. De lo que es ejemplo reciente la andanada emprendida por Caracol contra la senadora Sandra Ramírez.

Sólo porque amó a un gran hombre, de quien conserva los mejores recuerdos. El bando de los antiguos alzados tiene derecho a construir y difundir su memoria. No para revictimizar a nadie, sino para que las propias víctimas del conflicto comprendan finalmente las razones del mismo, por qué ocurrió lo que ocurrió, y quiénes fueron los responsables. Una labor que la Comisión de la Verdad dejó iniciada, y ante la cual la JEP, lamentablemente, titubea.

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