En el universo perfecto los individuos son buenos, y saben medir con tanta exactitud las consecuencias de sus actos, que no conocen de equivocaciones ni de accidentes y por lo tanto nunca tienen que pedir perdón. En nuestro mundo los que no hacen nada y los que creen que solo a los demás se les derrama la leche, son los únicos perfectos porque a los demás nos toca enfrentarnos con la suerte, con la enorme variedad de circunstancias en que vivimos, con los egoísmos, las vanidades, la desigual capacidad de raciocinio, la avaricia e incluso con la pedantería de los arios. Como los perfectos, los elegidos por la divina providencia para tener la sabiduría, siempre están listos a imponer la ley del Talión, la cadena perpetua o a sentenciarles la pena de muerte a sus conciudadanos, es que otros hombres se inventaron los sistemas de justicia, las penas alternativas y las amnistías.
Ahora bien, a raíz del proceso de paz y retomando algunas ideas de pensadores franceses, se han creado algunos espacios de institucionales, como el Museo de la Memoria de Colombia en Bogotá para “el esclarecimiento de la verdad, el respeto por la diversidad de las memorias, la dignificación de las víctimas, la reconstrucción de los lazos que rompió la guerra y el fortalecimiento de la sociedad para que no repita sus errores”. Así mismo, en Cali se creó la Casa de las Memorias porque, aunque persiste la violencia, en el conflicto fueron miles de personas de este territorio las que sufrieron como víctimas o victimarios y el reto que tenemos los vallecaucanos y colombianos es sanar el algo las heridas y construir un país mucho mejor. No será una tarea fácil porque un sector de la población no puede perdonar y lo que esperan es la venganza judicial, otros quieren construir una sola verdad total sobre lo sucedido e incluso hay personas que, por fortuna, ya están utilizando dicho espacio para iniciar el proceso de encuentro y así mirar con otros ojos al porvenir.
Desde la perspectiva de la historia sabemos que perdonar es difícil y que partiendo de las realidades concretas en que han vivido los sujetos podemos aventurarnos a entender parcialmente lo sucedido, pero los lugares de memoria no buscan sentenciar una verdad ni mortificarnos eternamente con el pasado, lo que intentan es construir un universo de experiencias e ideas que nos impida repetir el pasado.
Por último, digamos lo siguiente: lo que nos debe interesar del niño que se roba una gallina no es dejarlo manco, no es esperar que simplemente pida perdón por treinta horas, tampoco debe interesarnos recriminarle todos los días por lo que hizo, lo que necesitamos es que no vuelva a hacerlo y que se convierta en un hombre que pueda aportarle algo bueno a su comunidad porque el objetivo de la paz es que podamos caminar juntos.