El Teatro Mayor continúa invitando a grandes estrellas de la música "clásica". El pasado siete de noviembre con boletería agotada se presentó la mejor violinista del mundo, la alemana Anne Sophie Mutter, acompañada de un grupo de artistas denominados Los Mutter Virtuosi.
El programa no podía ser mejor escogido por la variedad de las obras de tres grandes compositores, Mendelssohn, Bach y Vivaldi, los dos últimos nacidos a finales del siglo XVII y el primero en 1809.
Para mi gusto lo mejor de la velada resultó ser el octeto para cuerdas opus 20, escrito por Mendelssohn, el único compositor que no tuvo angustias económicas pues era hijo de un acaudalado banquero alemán. Compuso esta obra que fue estrenada en su casa, que tenía un pabellón con capacidad para cien personas, escrita para cuatro violines, dos violas y dos chelos. A los 16 años el músico rompe con el esquema tradicional de la música de cámara escrita hasta esa fecha.
Sin entrar en detalles sobre los cuatro movimientos, la interpretación permitió conocer el profesionalismo del grupo que ha conformado la violinista, que entregó al público una rigurosa versión de esa preciosa obra que, como toda la música de cámara requiere máxima concentración de los ejecutantes.
Luego, devolviéndonos en el tiempo se escuchó el popular concierto para dos violines BWV 1043 de Bach. (La numeración nada tiene que ver con una conocida marca de vehículos). Lo interesante de la presentación es que la directora de Los Virtuosi, permitió que en cada movimiento la acompañara una violinista diferente, dándoles oportunidad del lucimiento ante el público.
El mejor momento para la estrella de la noche llegó con las famosas cuatro estaciones del veneciano Antonio Vivaldi. Impecable afinación, vibrato justo en los movimientos lentos, mantenían al público totalmente embelesado con su magistral ejecución. Sin embargo, el arreglo de acompañamiento de la solista que en la partitura original es muy importante por el contraste entre los agudos del solista y los sonidos bajos de chelos y violas sonaba brusco y áspero en algunos momentos.
Al final ovación cerrada durante varios minutos que obligaron a múltiples salidas de la violinista y a regalar temas adicionales, a pesar del cansancio que era visible en la artista.