Radovan Karadzic, Ratko Mladik, Slobodan Milosevic, ninguno de estos nombres sonaba a nada en 1991. En ese momento explotaba la guerra de los Balcanes y Yamit Amat estaba inquieto, quería saber todo lo que pasaba. A diferencia de la mayoría de sus colegas Amat era un lector voraz al que le apasionaba, sobre todo, la actualidad internacional. Colombia en esa época estaba cercada, a punta de bombazos, por la guerra que Pablo Escobar le había declarado al gobierno de César Gaviria para presionarlo y evitar la extradición. El mundo quedaba muy lejos. Pero Amat quería saberlo todo sobre la disolución de Yugoslavia que ya, en ese momento, se tornaba sangrienta.
Él no sabía que la única colombiana que estaba clavada con el tema era la profesora del Externado Diana Uribe. En su clase de Mundo Contemporáneo empezó a hablar sobre los apasionantes pueblos que componían Yugoslavia: Serbia, Croacia, Bosnia, Macedonia, pueblos milenarios de arquitectura hermosa y paisajes incomparables. En una fiesta Diana Uribe estaba dispuesta a bailarse toda la salsa que le pusieran. Uno de los invitados era César Augusto Londoño, el periodista deportivo de Caracol. Él le bajó el volumen a la música y le pidió a la profesora Uribe que les contara el terremoto que estaba acabando con Yugoslavia. El legado de Tito se deshacía como un témpano al sol. La sangre corría otra vez en Sarajevo. Diana Uribe tomó la palabra sin saber que su vida como académica sufriría un cambio.
Le gustó tanto a Cesar Augusto la exposición amena, incluso más cautivante que cualquier Pedro Navaja, y se la recomendó a Yamid Amat quien buscaba alguien que pudiera explicarles en una hora a sus periodistas de CM& la situación en los Balcanes. Diana realizó una de sus exposiciones brillantes, que ahora podemos disfrutar en su programa en Spotify. Pasó el tiempo y volvió a ver a Yamid en 1997, cuando él formaba su equipo de ensueño en ese proyecto estupendo que fue Radionet, una emisora de noticias 24 horas que se apegaba por completo al gran cambio tecnológico que imponía internet. La encerraron en un cuarto y el propio Yamid la invitó a tener un espacio de historia en su proyecto radial.
Cuenta la misma Diana Uribe que uno de sus grandes maestros en la radio fue Andrés Salcedo. Ella era amena en sus clases, un verbo privilegiado, pero de ahí a manejar un medio tan complejo, claro que era complicado. Muy complicado. Pero se adaptó de maravilla, tanto que hoy Diana Uribe debe ser considerada uno de los recursos naturales más importantes del país, sus podcast tienen la importancia cultural de 100 años de soledad, la obra crítica de Hernando Tellez y Luis Alberto Alvarez, de Mito, el proyecto editorial de Jorge Gaitán Durán, de las películas de Víctor Gaviria, de Ciro Guerra, de los versos de Gómez Jattin, de la música de Edson Velandia, y pensar que Caracol desaprovechó todo esto por unas cuantas pautas y acabó con la Historia del Mundo pero, gracias a su podcast, Diana puede contarnos sus viajes y darnos su visión de la medicina, del rock, de la radio. No estaremos solos jamás si existe un programa de Diana Uribe por escuchar. Sin saberlo en esa fiesta, César Augusto Londoño le abrió la puerta a Yamid Amat para tomar la mejor decisión profesional que tuvo: darle un espacio en la radio a la señora Diana Uribe.
