La oferta parecía imposible de rechazar: un fin de semana de fiesta en las Bahamas, en una isla privada que años atrás perteneció al capo del narcotráfico Pablo Escobar y, como una improbable cereza para ese pastel, en compañía de las modelos y músicos más relevantes del momento.
La lista de invitados especiales al Festival Fyre, que compartirían con personas de a pie (que se podían costear la boleta y el viaje a Bahamas, desde luego), parecía delirante: Kendall Jenner, media hermana de Kim Kardashian e ‘influencer’ con 109 millones de seguidores en Instagram; Gigi Hadid, modelo y empresaria con ganancias superiores a los 10 millones de dólares anuales, solo por nombrar un par.
La publicidad, entonces, se centró en ello: usted, persona del común, puede venir a las islas del Caribe y parrandear en la playa junto a esas dos mujeres, tomando champán y, al día siguiente, pasar el trasnocho y la resaca en una villa exclusiva, con aire acondicionado, amoblada con sofás de marca y cortinas que valen más que los tiquetes de avión hasta la isla.
Hasta allí todo era color de rosa. Parecía la gran fiesta más importante del 2017 y, aunque nadie nunca antes se había atrevido a embarcarse en semejante gargantúa empresarial, todo parecía real y excitante, más cuando personas como Kendall Jenner y Gigi Hadid validaron su veracidad a través de sus robustas cuentas de redes sociales.
Las entradas al Fyre Festival se vendieron en cuestión de horas a pesar de costar entre 12.000 y 50.000 dólares. Esta última cifra incluía el vuelo hasta las Bahamas y su regreso a la ciudad de Miami, hospedaje de lujo en villas exclusivas, comida típica local preparada por habitantes de la zona y alcohol sin límite. Y, no hay que olvidarlo, todo eso en compañía de los modelos e influencers más relevantes.
El cartel de músicos para encabezar el festival es un capítulo aparte. Blink 182, Disclosure y Major Lazer ya estaban confirmados a la hora de poner las entradas a la venta.
¿Quién hizo esto realidad?
El cerebro detrás del Fyre Festival se llama William McFarland, cofundador y director ejecutivo de Fyre Media, una compañía de desarrollo de aplicaciones para celular para la época tenía un año de existencia.
McFarland, al que todo el mundo llama Billy, es el tipo que cometió uno de los fraudes financieros más sonados de la última década a la edad de 25 años.
Billy defraudó a al menos dos inversionistas para que invirtieran un total de 1.200 millones de dólares en el exclusivo evento, presentándoles documentos falsos sobre el éxito de su compañía, como manera de garantizar la seguridad de su dinero.
Posteriormente se dedicó a pagar sumas de dinero descabelladas a los influencers más importantes, entre ellos, desde luego, Kendall Jenner, para que promocionaran el Fyre Festival en sus redes.
Solo Jenner recibió 250.000 dólares (800 millones de pesos, aproximadamente) por hacer un post en su cuenta de Instragram en el que aseguraba sentirse muy emocionada por la fiesta y donde invitada a sus 109 millones de seguidores a acompañarla en las Bahamas.
Este mensaje fue un momento clave para el Festival. Las boletas desaparecieron en apenas días y muchos asistentes declararon, meses en el futuro, que habían hecho esa inversión gracias al mensaje de Jenner, como quedó registrado en el documental de Netflix que se estrenó hace unas semanas.
Pero el desfalco de Billy no fue solamente a los inversores. Pocos días antes del evento, los compradores empezaron a notar una absoluta ausencia de información … “¿y en qué vuelo nos vamos, desde qué aeropuerto?”, preguntaban unos. “¿Saben qué tipo de conectores hay en las paredes para cargar el celular?”, cuestionaban otros.
Ni una palabra por parte del Fyre Festival.
Llegado el día, comenzó el infierno. Para empezar, la isla de Pablo Escobar no era tal: la única condición que puso el dueño del terreno para que se pudiese realizar allí es que no se usara el nombre del extinto capo en ninguna circunstancia, pero Billy centró la publicidad del festival en eso, así que los desalojaron.
Al tener que trasladarse a otro sitio, no había espacio para las villas exclusivas, así que Billy y un equipo de 200 nativos de las Bahamas levantaron las carpas para refugiados que habían sobrado después de una emergencia por un huracán que había golpeado ese sector del Caribe antes.
Además, en el campamento del Fyre Festival, no había servicio de luz eléctrica y muchísimo menos conexión a internet.
Al caer la noche, el caos se desató. Algunos asistentes al Fyre empezaron a saquear los equipajes de los otros, buscando pasar una noche más cómoda. Algunos incluso orinaron sobre los colchones para garantizar no tener vecinos a su lado y así pasar la noche en paz.
La comida preparada por los nativos resultó ser un sándwich y los jets privados para ir y volver a tierra firme eran aeronaves comerciales que se caían a pedazos.
En medio del desastre y a través de redes sociales, Billy canceló el Fyre Festival.
La oleada de críticas se hizo viral y llamó la atención del FBI, que empezó a investigar a Billy McFarland. Se descubrió que había falsificado una declaración de propiedad para demostrar que poseía acciones por US$2,5 millones en una empresa multinacional cuando en realidad ese valor era de 1,500.
Este mes de abril, el tema volvió a ser tendencia gracias a que se celebra el aniversario de su fallida realización y a que Kendall Jenner habló por primera vez de como su post en Instragram ayudó a inflar la burbuja del Fyre.
"Las personas te contactan, ya sea para promover o ayudar, o lo que sea, y nunca sabes cómo van a salir estas cosas, a veces es un riesgo", dijo. Pero el daño ya estaba hecho.
Actualmente, Billy paga una condena de seis años de cárcel en una prisión federal de Estados Unidos, acusado de fraude. Pero, como queda insinuado en el documental que Netflix lanzó hace unos meses, este podría no ser el final de lo que algunos llaman la estafa en épocas de Instagram.