Para quienes eligen la costa oeste de los Estados Unidos es casi una visita obligatoria que programar en su agenda de viaje si se dispone del tiempo. No necesariamente por comulgar de los mayores atractivos turísticos que tiene un lugar donde la escasa generosidad de la naturaleza ha sido sustituida por la desbocada imaginación humana, empeñada en hacer un oasis de excesos mundanos y no pocas extravagancias en pleno secarral. La cercanía de Las Vegas con Los Ángeles amerita así sea un road trip para palpar el contraste entre la costa californiana y el árido paisaje de Nevada y echar un vistazo a una ciudad cuanto menos peculiar, que en aras de seguir siéndolo ha querido seguir engrosando el libro guiness de los récords, en este caso en el terreno de las atracciones.
En Las Vegas hay muchas maneras de sentir el vértigo. La mayor parte de ellas tienen que ver con historias inverosímiles de fortunas hechas y deshechas a un tiro de dados o una vuelta de la ruleta. Pero la ciudad del juego, los casinos y las atracciones ha querido ir más allá y poner en medio del llano desierto una noria de tintes futuristas, que a golpe de imágenes pareciera casi sacada de la factoría virtual de la cercana Hollywwod, y que salta de una hasta el número 1 como la obra de ingeniería de esta naturaleza más alta y dantesca del mundo, superando a las que hasta ahora ocupaban los primeros lugares.
La capital de Nevada desplaza la magnitud de muchas norias que han llegado con el nuevo siglo superándose la una a la otra por encima de los 100 metros de altura. Todo empezó con el célebre London Eye o Millennium Wheel de la capital británica que fue acabado justo con el final del pasado milenio e inaugurado al público coincidiendo con la llegada del nuevo siglo. Acababa en ese momento con la hegemonía de la noria de Viena, la famosa Wiener Riesenrad del parque de atracciones del Prater, que desde el año 1897 en que fue construida por el 50 aniversario del reinado de Francisco José de Austria fue con sus 61 metros la noria más alta del mundo durante todo un siglo. La noria londinense no prolongaría tanto tiempo su título y sería tan solo durante seis años el techo de las atracciones mundiales y el mayor mirador artificial de estas características con una altura de 135 metros. El liderazgo le duró hasta la apertura de la Estrella de Nanchang en mayo de 2006, 25 metros más alta. La noria china emplazada en la ciudad de Nanchang alcanza los 160 metros. A esta tampoco le aguantó mucho el récord, dos años apenas, hasta que en 2008 se abría al público la Singapore Flyer, que la superaba en 5 metros.
La noria de Singapur ha tenido que ceder ante Las Vegas porque en la ciudad de los excesos todo es monumental. Incluso la inversión. El High Roller ya presume de ser la noria más alta y magnífica del mundo con sus 167,6 metros que superan en casi tres al gigante asiático. Para ello, la compañía Caesars Entertainment Corporation (CZR) ha tenido que bajarse de unos 175 millones de dólares. La recién inaugurada noria no solamente derrocha vértigo en todos los sentidos de la palabra, sino también tecnología, diseño e innovación de connotaciones futuristas, fácilmente perceptibles a bordo de cualquiera de sus 28 cabinas equipadas con aire acondicionado, con capacidad para 40 personas cada una de ellas, con grandes ventanales de mamparas de vidrio desde los que poder ver y fotografiar la imponente vista del horizonte que se pierde entre las emblemáticas construcciones de la capital de juego y su mar de neón en la noche o en la diurna vastedad del desierto que la rodea.
Con el cupo completo, cada vez que la noria arranca puede albergar hasta un total de 1.120 deleitados turistas que por un espacio aproximado de media hora no dejarán de subir y bajar y, si el cuerpo les aguanta y se muestran inmunes a la altura y el mareo, podrán sacar partido a los casi 25 dólares que habrán tenido que desembolsar por tan pintoresca aventura. Cuando el sol se pone el precio aumenta. Contemplar la iluminación de Las Vegas en todo su esplendor desde su flamante nueva atracción le costará casi 35 dólares por persona. La diferencia de precio debe servir entre otras cosas para amortizar las más de 2.000 luces LED que forman parte del decorado nocturno de la propia atracción y del Strip de la ciudad que contribuye a enriquecer el famoso panorama nocturno de la ciudad de los sueños y las pesadillas, según se mire y según le vaya.
