¿La mata que mata?
Opinión

¿La mata que mata?

Si quisiéramos que por alguna vez que la lucha contra el narcotráfico si sea una carga de todos los países, debemos velar que otros países si se haga lo que deben.

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marzo 12, 2025
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Luchar contra la violencia, la ilegalidad, la corrupción, el dolor y muerte que generan las mafias y el narcotráfico, y es un tema de la humanidad en su integridad.  Para lograr que cada uno haga lo que se necesita, demos pedir los apoyos que harían un cambio.

Colombia es parte de la Convención Única sobre Estupefacientes, que se enmendó en 1972.  Eso implica que el listado de esos materiales es acordado por la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes.

De acuerdo con las previsiones básicas de la Convención, en la medida de lo posible, las Partes obligan a arrancar de raíz los arbustos de coca que crezcan en estado silvestre, pero sólo a destruir los que se cultiven ilícitamente.

En el mismo sentido, acorde con la legislación interna, las Partes podrán autorizar la hoja de coca y no se prohíbe que la produzcan en cantidades suficientes para sus propias necesidades que no sean ilegales.

Ahora, si las Partes permiten el cultivo de la hoja de coca con fines que no sea la producción de cocaína, se espera que adopten las medidas necesarias para que no se produzca cocaína de esas matas de coca; y se fiscalice del modo adecuado la fabricación de estupefacientes a base de la hoja de coca. 

De la misma manera, esos países deberán, por respeto con las demás naciones, aplicar a la hoja de coca un régimen de licencias de importación y de exportación.

Esos países deberán, por respeto con las demás naciones, aplicar a la hoja de coca un régimen de licencias de importación y de exportación.

No veo por qué Colombia estaría mejor si dejamos de ser parte de esa alianza de países para lograr esos objetivos. Tampoco creo que haga mal.  Pero no cambiaríamos mucho.

Por el contrario, si quisiéramos que por alguna vez que la lucha contra el narcotráfico si sea una carga de todos los países, debemos velar para que otros países si se haga lo que deben.

En primer lugar, los países en que se producen los precursores químicos que se necesitan para el procesamiento de la cocaína, deben invertir por lo menos tantos recursos en controlar el comercio ilegal de esos elementos como el que nos exigen que invirtamos en la interdicción de los cargamentos de cocaína.

Es preciso que las normas y los procedimientos para detectar y cerrar el lavado de activos allá, en las naciones consumidoras, sí sirvan. Más del noventa por ciento (90%) de los recursos derivados de la venta de la cocaína en los países consumidores permanece en los países consumidores.  Y no se ha visto jamás que haya una proporción igual de identificaciones y sanciones a personas ubicadas en esos países.

El trabajo de educación y prevención debe ser de verdad.  Los índices de consumo de coca no han variado significativamente desde hace décadas, cuando se anunció que ese sería el aporte de los países consumidores.  Y, a pesar que esa tragedia agrede principalmente a sus nacionales, no se invierte lo que se precisa para solucionarla.

Las operaciones conjuntas deben dar paso a verdaderos escuadrones multinacionales permanentes.  Los malos no se reúnen de vez en cuando.  Los malos trabajan sistemáticamente como hampones en cada uno de los países que afectan.  En esa misma medida no basta que se hagan operativos conjuntos, sino que se precisa que haya institucionalidades multinacionales de actividad permanente.

Sustituir las matas de coca de manera duradera precisa de cultivos, facilidades comunes para generar valor agregado, estrategias de comercialización y, sobre todo, vías para sacar los nuevos productos sin los sobrecostos que implica el no acceso a esas ubicaciones.  El costo de todo ello es minúsculo comparado con lo que nos cuesta y duele lo que hacen las mafias.   Todos los países deben ver en ello una oportunidad y asumir su responsabilidad.

Lo que es con nuestros niños y jóvenes, es con todos.  Veámoslo.  Y actuemos!

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