Desde tiempos remotos, mucho antes de que todos los hoy vivos naciéramos, las grandes potencias mundiales han aplicado su agenda injerencista (imperialista) en los países “subdesarrollados”, con el objetivo de mantener y expandir su poder; para ello, han recurrido a derrocar las voces que se levanten en defensa de la soberanía nacional.
En el caso de Colombia la violencia ha sido una política de Estado, siendo este último un subordinado a las potencias imperialistas. La relación de siervo y señor feudal entre Colombia y Estados unidos se remontan a muchas décadas atrás de la segunda guerra mundial. Ejemplos claros como el apoyo económico y militar del gobierno norteamericano a Panamá para su independencia de Colombia en 1903, muestran la doble faz del tío Sam.
El siglo XX en Colombia se caracterizó por el fuerte bipartidismo constituido por el partido Liberal y el Partido conservador; su discurso y actuar polarizado, excluyeron a las amplias mayorías del pueblo. La hegemonía conservadora (1886-1930), periodo con el que se conoce a los 44 años consecutivos de gobiernos de extrema derecha en el país, produjo un gran inconformismo social que se evidenció en las múltiples protestas, una de las más conocidas:
La huelga de las bananeras.
En el último año del siglo XIX se instaló en Colombia una base comercial norteamericana, la United Fruit Company, esta empresa es recordada por su explotación laboral contra la clase trabajadora del departamento del Magdalena.
El inconformismo obrero no fue respondido con soluciones, por tal motivo en noviembre del año 1928 los trabajadores de la United Fruit Company levantaron una huelga pacifica con un pliego de 9 peticiones:
- Seguro colectivo obligatorio;
- Reparación por accidentes de trabajo;
- Habitaciones higiénicas y descanso dominical;
- Aumento en 50% de los jornales de los empleados que ganaban menos de 100 pesos mensuales;
- Supresión de los comisariatos;
- Cesación de préstamos por medio de vales;
- Pago semanal;
- Abolición del sistema de contratista; y
- Mejor servicio hospitalario.
El presidente republicano John Calvin Coolidge a través de la embajada de Norteamérica amenazó al gobierno de Colombia en cabeza del conservador Miguel Abadía Méndez, advirtiéndole que, si la autoridad del país latinoamericano no tomaba las medidas necesarias para neutralizar la huelga de las bananeras, ellos (USA) enviarían a su Cuerpo de Marines para invadir el territorio en defensa de los intereses de la empresa gringa.
Fue así como en la noche del 5 de diciembre de ese mismo año las Fuerzas armadas de Colombia dirigidas por el general Carlos Cortés Vargas, con la orden del presidente Abadía y bajo la presión de los Estados Unidos, dispararon por aire y tierra contra los 30.000 mil manifestantes, dejando un número de muertos aún desconocido. En conclusión, la masacre de las Bananeras fue una orden del imperio.
El crimen quedó en la impunidad, mucho líderes sociales que defendieron la huelga obrera, como María Cano, fueron llevados a prisión, el gobierno conservador alcanzó un índice de impopularidad tan alto que dos años después de esta masacre el Partido Conservador fue derrotado en las urnas, dándose así la caída de la hegemonía conservadora.
Hoy 6 de diciembre de 2016 han pasado 88 años desde la masacre de las bananeras, pero, parece que hubiera sido hace unos días, puesto que la desigualdad laboral, continúa palpable y el imperialismo en Colombia aún sigue presente con otros nombre y otro ropaje; por ello, es necesario reivindicar la lucha de aquellos explotados que fueron asesinados, y de los que están siendo explotados, que somos todos, el pueblo no puede verse como enemigo entre sí, el enemigo buscará dividir para reinar y no se puede acceder a sus deseos. La lucha por la Colombia soberana debe renacer en cada corazón.
María Cano, Líder política, defensora de los derechos humanos exhortó a un despertar de conciencias hacia un país libre, justo y soberano:
"...Compañeros, en pie. ¡Listos a defendernos! Seamos un solo corazón, un solo brazo. ¡Cerremos filas y adelante! Un momento de vacilación, de indolencia, dará cabida a una opresión más, a nuevos yugos. Valientes soldados de la Revolución Social, ¡en marcha!, ¡oíd mi voz que os convoca!”
¡Que vivan los héroes huelguistas de las bananeras!