El viernes 6 de septiembre de 1996 los estudiantes de la Universidad Distrital Vladimir Zambrano, Jénner Mora, Juan Palacios y Arquímedes Moreno, tenían cita en la bolera del Salitre para determinar cómo se protegerían. Sabían que los pasos de las autoridades estaban cerca.
Un día después, en horas de la mañana, los cuerpos de los cuatro jóvenes fueron hallados incinerados detrás del basurero de Mondoñedo, a las afueras del sur de Bogotá. En las horas la tarde de ese 7 de septiembre Federico Quesada y Martín Valdivieso, dos estudiantes más, fueron baleados cuando salían de sus casas. Todos hacían parte del frente urbano de las Farc Antonio Nariño, que comandaba Carlos Antonio Lozada y que asesinaron al líder político Álvaro Gómez Hurtado, según lo confesado por el propio Lozada, hoy senador de la República.
Por la masacre de Mondoñedo, como se le conoció al secuestro y asesinato de los universitarios, en agosto de 2017 fueron condenados a 38 años de prisión a seis exmiembros de la Dijin de la policía. Cuatro años antes ya habían sido condenados a 30 años, por los mismos hechos, otros cuatro policías que participaron y planearon la muerte de los integrantes de la milicia urbana.
El asesinato de los seis milicianos fue el inicio del fin del frente urbano Antonio Nariño que se había creado tres años atrás, durante la octava conferencia de las Farc, entre el 7 de marzo y el 3 de abril de 1993 en Calamar (Guaviare). La guerrilla necesitaba penetrar y golpear Bogotá y otras ciudades capitales. Carlos Antonio Lozada tuvo la tarea de conformar y fortalecer el grupo miliciano que operaría en Bogotá, pero luego de un par de ataques a los CAI y a la estación de policía en Kennedy –sur de la ciudad—donde murieron tres policías, la inteligencia de la Dijin los infiltró y los golpeó, pero antes de hacerlo ya habían asesinado a Gómez Hurtado.
Hoy Carlos Antonio Lozada apunta a que el Estado habría determinado que la Farc fue la organización que asesinó al líder conservador el 2 de noviembre de 1995, pero que lo mantuvieron en secreto por la brutalidad de los hechos cometidos contra los seis universitarios.
Luego de la masacre de Mondoñedo, que desquebrajó por completo la idea de tomarse Bogotá para esa época, Lozada volvió a replegarse en las montañas del oriente del país, desde donde intentó desde 1996 al 2000 reorganizar el frente miliciano, pero un ataque a sus hombres apostados en la localidad de Sumapaz en el año 2000 y en el municipio de Gutiérrez, en Cundinamarca, en el que murieron 15 guerrilleros y siete fueron capturados, le dio la estocada final al frente Antonio Nariño.