Pasados casi dos años de haber advertido a la autoridad ambiental regional Cornare sobre posibles fuentes de contaminación afectando la quebrada (3 de septiembre de 2019) y más de un año de haber hecho pública esta situación, La Marinilla continúa siendo un vertedero por el que corren aguas de regular y mala calidad.
Lo que advertimos y develaron las espumas de La Marinilla en su momento fue confirmado hace un año por la propia autoridad ambiental Cornare mediante el informe Gestión Integral del Recurso Hídrico, Quebrada La Marinilla, socializado con la comunidad, organizaciones e instituciones interesadas el 24 de junio de 2020. En el informe citado, Cornare presentó el estado de la calidad del agua de la quebrada en distintos tramos de su recorrido. Señaló que la quebrada presentaba agua de regular calidad entre la cabecera del municipio de El Santuario y la cabecera urbana de Marinilla, y agua de mala calidad en el recorrido desde la cabecera de Marinilla hasta su desembocadura en el río Negro. Se puntualizaron tres causas centrales de la situación de contaminación: La insuficiente capacidad de tratamiento de las Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales - PTAR- en El Santuario y Marinilla, la insuficiente cobertura de los sistemas de alcantarillado en ambos municipios y la existencia de distintos vertimientos dispersos en el recorrido de la quebrada.
Pasado un año de conocer el informe, las PTAR de ambos municipios no cumplen los límites máximos permisibles establecidos por norma (Resolución 0631 de 2015), la cobertura de los sistemas de alcantarillado es aún insuficiente y se desconoce aún la ubicación y carga contaminante de los vertimientos dispersos señalados en el informe. Según las últimas mediciones de monitoreo y control a las que se ha tenido acceso, los distintos indicadores de calidad del agua no han presentado mejoras significativas y no se registran resultados ambientales positivos en términos de la recuperación y mejoras en la calidad de la fuente. Así las cosas, el problema de contaminación de esta fuente hídrica continúa aún sin resolver. Los recursos invertidos y las acciones institucionales emprendidas hasta el momento han sido insuficientes. La gestión realizada ha resultado ineficaz para garantizar la recuperación y cuidado de la quebrada.
La dinámica de degradación de la quebrada que aquí se señala, fue advertida con anterioridad por diversos estudios. Destaco los siguientes: Implementación de la propuesta metodológica ajustada de estimación de caudales ambientales a nivel regional en la cuenca del río Nare (2016); Determinación de la calidad ecológica del río Negro y afluentes con base en la comunidad de invertebrados acuáticos, perifiton y diatomeas (2014); Evolución de la calidad del agua en el río Negro y sus principales tributarios empleando como indicadores los índices ICA, el BMWP/COL y el ASPT (2011), y Modelación índices de calidad de agua (ica) en las cuencas de la región Cornare (2010).
La situación de contaminación de La Marinilla pone en evidencia serias falencias en la gestión ambiental local y subregional, específicamente en lo relacionado con la protección de las fuentes hídricas. Se advierten falencias de distinto orden: 1) de diseño institucional, 2) de configuración y operación organizativa y 3) del ejercicio mismo de la autoridad y corresponsabilidad de los actores ambientales.
Las reglas de juego, fundamentadas en la premisa “el que contamina paga” y en el control con fines sancionatorios, han resultado insuficientes para disuadir a los distintos actores de verter los residuos sin tratar a la quebrada. La carga de vertimientos, especialmente domésticos, ha venido creciendo durante los últimos años en una proporción mayor a la capacidad instalada para el tratamiento de los mismos en ambos municipios, situación que se evidencia en el incumplimiento de la norma establecida sobre límites máximos de vertimientos por parte de las empresas municipales de servicios.
Instrumentos como el POMCA del Río Negro, los Planes de Desarrollo Municipales y los Planes Básicos de Ordenamiento Territorial, también han resultado insuficientes para regular los usos y actividades que afectan la fuente, disponer los recursos necesarios para cerrar las brechas existentes en materia de tratamiento de aguas residuales y desplegar acciones efectivas de restauración del cuerpo de agua y cuidado de sus ecosistemas asociados.
En materia organizativa institucional, la gestión ambiental local y subregional evidencia un pobre diseño de los procesos estratégicos y de operación, vago acople entre los mismos, limitadas capacidades de recursos instaladas, difusa distribución de corresponsabilidades, baja capacidad de coordinación entre actores y escaza articulación de las acciones ejercidas por los agentes responsables de la gestión ambiental y la protección de la fuente, entre otras.
La apropiación institucional de la problemática de esta fuente hídrica es limitada. Es evidente el desconocimiento y limitado manejo de temas clave en los procesos por parte de los actores responsables. No tiene presentación, por ejemplo, que luego de un año de reconocer el problema de contaminación y pasados siete meses de constituir una Mesa Técnica Interinstitucional con los responsables del tema, se contemple contratar un tercero externo para desarrollar la fase de “aprestamiento y diagnóstico” de un proyecto que tiene por objeto identificar las acciones de intervención a realizar y cuantificar los recursos necesarios. No se trata de recurrir a un tercero para desarrollar acciones de innovación tecnológica, organizativa o de mejora en procesos técnicos complejos, estamos hablando de acciones de rutina y que deben ser parte del hacer cotidiano de los responsables de los procesos en las instituciones ambientales existentes.
Las brechas señaladas en materia de gestión ambiental, tienen su correlato en la acción ejercida por los gobiernos y actores políticos de turno. La recuperación de la quebrada y el cuidado de sus ecosistemas no hacen parte de los proyectos políticos agenciados por los gobiernos locales. Para los actores políticos locales y regionales, sordos a los llamados de auxilio de La Marinilla y al eco que hemos hecho algunos ciudadanos de su clamor por ayuda, el cuidado de la quebrada no hace parte de su agenda política y la restauración de la fuente no es una prioridad. La presencia regional de agentes y organizaciones políticas que se proclaman “conservadores de vida” en sus campañas de marketing político-electoral y que moldean la dinámica de instituciones ambientales en el territorio, no se concreta en acciones efectivas en favor de la quebrada y la protección de las vidas que albergan sus ecosistemas. En Marinilla o El Santuario, por ejemplo, se decide priorizar la inversión de recursos en la construcción de malecones turísticos y parques del río para adornar “el vertedero”, antes que destinar recursos suficientes y desarrollar las obras requeridas para garantizar la recuperación de la quebrada.
En este escenario, se percibe una limitada capacidad de influencia de ciudadanos, colectivos y organizaciones en la orientación de decisiones de política ambiental y asignación de recursos para el cuidado de la fuente. Para el ciudadano del común, ser, hacer y tomar parte en decisiones públicas para proteger los ecosistemas y las vidas en el entorno de La Marinilla, es una tarea difícil y poco fructífera. Los espacios institucionales de deliberación y decisión públicos frente a temas que afectan la quebrada son limitados y de reducida convocatoria, son dispuestos básicamente como escenarios de trámite para legitimar decisiones ya tomadas. Las propuestas programáticas y de asignación presupuestal, cuando son puestas en mesas de debate como los Concejos municipales, son asumidas como manifiestos “escritos en piedra", inmodificables en lo que previamente han acordado los grupos de interés que las construyen y proponen.
La socialización de información y conocimiento relevante frente al problema de la quebrada también ha sido débil y poco incentiva la participación ciudadana para resolverlo. Si bien buena parte de la información generada es de dominio público, las formas como es dispuesta o comunicada no facilita la apropiación social de la misma o del problema de contaminación de la quebrada para actuar en consecuencia.
Las formas institucionales de participación establecidas, centradas en la representación formal de las organizaciones tradicionales existentes, condicionan y restringen la participación ciudadana a la pertenencia a las mismas y excluyen de la convocatoria las nuevas ciudadanías con conciencia ambiental que no se sienten convocadas o representadas por dichas organizaciones. En otros casos, la desconfianza en las formas de organización social y participación instituidas, hace que algunos ciudadanos no se sientan convocados a participar de los espacios creados para tal fin.
A manera de conclusión, el llamado nuevamente es por la apropiación social e institucional del cuidado de la quebrada y por su reconocimiento como sujeto de derechos.
A la ciudadanía, colectivos y organizaciones sociales, el llamado es a apropiarse de la información disponible sobre su problemática, a socializar conocimientos y saberes sobre el tema, a promover su difusión y a generar una opinión pública responsable, capaz de poner el problema de La Marinilla como prioridad en la agenda pública ambiental local y subregional.
A las instituciones gubernamentales del sector, el llamado es a recrear la relación con la quebrada y a re-significar su misión esencial de frente a ella. A la corporación Cornare, de manera específica, mi llamado es a re-significar su misión como autoridad ambiental, retomando para ello el sentido creador del término de origen auctor en el ejercicio de su función orientadora del cuidado del ambiente. En el contexto de repensar su hacer institucional como organismos gubernamentales, propongo algunas líneas de acción que considero claves en la perspectiva de mejorar la gestión ambiental:
- Revisión, evaluación y ajuste del marco institucional vigente, teniendo como meta recrear un modelo de acción preventivo para el cuidado de esta y otras fuentes hídricas en la región.
- Evaluación y reconfiguración organizacional de los sistemas de gestión ambiental municipales y subregional con miras a fortalecer las capacidades de recursos instalada.
- Puesta en operación de un sistema de información y planeación para gestionar la restauración y cuidado de la subcuenca La Marinilla y otras fuentes de la subregión, articulado a los sistemas existentes.
A las universidades reitero el llamado hecho público a mediados del año pasado en un periódico regional: “A los centros de educación, muy especialmente a las universidades regionales y a las que han llegado para insertarse en esta realidad regional, el llamado es a hacer de los ríos y quebradas de la región objetos complejos de conocimiento (…). El llamado a las instituciones de conocimiento, es a facilitar que se escuche la voz de nuestros ríos y quebradas también en un lenguaje técnico y científico para hacerla llegar a distintas audiencias vestida de razón y dotada de mayor contenido y argumento.”
Mi llamado, una vez más, es a que escuchemos la voz de la quebrada: "Cuidemos La Marinilla, protejamos vidas".