Es un gravísimo error utilizar una tragedia epidemiológica para desarrollar el muy repudiado proselitismo político. Y si es un error, Gildardo Hurtado Álzate se lleva la corona al rey de los errores, indiscutiblemente. Empecemos de lleno el artículo, desde el calendario del año 2019, se dio a conocer por parte de la Procuraduría Provisional de Rionegro, que el señor Álzate estaba siendo investigado por los siguientes procesos radicados: 2016-48404 y 2016-262589. Y que por tal motivo se le negaba el derecho a participar en las elecciones políticas de octubre de 2019. Su tragicomedia cumplió el prometido inferior, empezó a ocasionar risa.
Y a pesar que esa sanción desapareció (casi por arte de magia), el dudoso hecho fue comprobado por uno de los concejales de ese momento, Hernán Jaramillo. Adicional, uno de los medios hegemónicos de Antioquia (El Colombiano), publicaría algo en relación al tejemaneje del caso de Gildardo.
Y con todas esas dudas no resueltas, envueltas en polvitos mágicos y cinta negra adhesiva, caja archivada. Así, quiero ambientar la premisa de esta columna, el virus político que es más destructivo que el mismísimo COVID-19. Gildardo Hurtado ha creado un escenario ideal para escabullirse de las inquietudes de la comunidad a través de encuentros públicos y reuniones periodísticas de hojalata. De las que una vez hice parte, y con eso me bastó para darme cuenta el tipo de personaje que tenía Marinilla a la cabeza. Un tipo cuya ambición por succionar las ubres del pueblo lo ha hecho estar dos veces al frente de la Alcaldía de Marinilla.
En su evasivo y muy deslucido discurso, promueve sinceridad, acompañamiento, seguridad y control, pero es otra la realidad que afronta el comercio en Marinilla. Cuando empecé, las denuncias que me enviaron relacionadas con las equivocadas entregas de los paquetes de alimentación durante la cuarentena fueron muchísimas, se hizo caso omiso a ellas, lastimosamente porque los denunciantes tenían una semilla de temor en sus corazones, al parecer, por algunas amenazas que les habían llegado a su bandeja de entrada en la red social Facebook. No se sabe quién las envió, pero se puede intuir de dónde provienen.
Meses después, veríamos al king Gildardo utilizar cualquier acto de conmemoración pública, o cualquier reunión organizacional para socializar su “excelente gestión administrativa”, ¿pero cuántos comerciantes de Marinilla estarán de acuerdo con esas falaces declaratorias? Si alguien ha puesto la tranca de la improductividad en esa localidad, ese es king Girdardo.
El alcalde de Marinilla hizo del virus su herramienta favorita para confundir a la comunidad y crear desiertos de opinión, en donde lo único que es cierto es lo que dicen sus comunicadores. He ahí el tímido oasis, en donde la administración municipal de Marinilla descansa, mientras el pueblo que los eligió sufre.
Marinilla no está bien, Marinilla no está en buenas manos, y su proyecto de ciudad, más bien es un proyecto personal, tan individual como su forma de dirigir los recursos del Estado y de utilizar las mejores memorias patrimoniales, para asentar allí su oscura oficina de operaciones públicas.
Gildardo, te damos un humilde consejo, no te tomes la foto abrazando la viejita, no sonrías lateralmente a la cámara, demuestra tu “amor por Marinilla” con actos y sobre todo, con unas muy buenas relaciones públicas, que bastante bien que te harían.
Continuará……
