Antes de que el entonces presidente Álvaro Uribe la incluyera a su terna para escoger Fiscal General de la nación en el 2009, muy pocos en Bogotá sabían quién era Margarita Cabello Blanco. Hija del abogado de Villanueva, Guajira, Leandro Cabello y de la barranquillera María Concepción Blanco. La niñez la pasó entre Barraquilla y el pueblo de su papá, donde transcurrían sus vacaciones: Villanueva, la cuna del folclor vallenato de donde salieron muchos de los grandes: hermanos Zuleta, Jorge Celedón e Israel Romero, fundador del Binomio de Oro.
Cuando visitaba a su abuelo, a comienzos de la década del setenta, José Ángel Blanco, uno de los fundadores de la Universidad del Atlántico, jugaba con algunos libros que él dejaba en el suelo de la biblioteca. Margarita Cabello arrancó a estudiar la primaria en el Colegio de la Enseñanza y posteriormente ingresó al Colegio Lourdes.
Lo de ser abogada era como tener un don. De pequeña jugaba con sus amigos del barrio El Prado a la Lleva o Yerbis. Tenía un verbo arrasador y sus amigos, decían que era una adulta encerrada en el cuerpo de una niña.
Su infancia en esa vieja casona de la carrera 52 con calle 74, no fue fácil. Una de sus cuatro hermanos, Beatriz Cecilia, empezó a desarrollar una esquizofrenia que se convirtió en un verdadero dolor familiar. Una tristeza que cargó Margarita durante su adolescencia y juventud, cuando además a los 21 años recibió el golpe de la muerte de su mamá, María Concepción.
Cabello pasó en la Universidad del Rosario en Bogotá. Compartió un apartamento en el barrio Chapinero con su hermana María Elvira -quien después sería cónsul en Caracas y segundo renglón del ex senador Mauricio Pimiento, condenado por parapolítica-. Cuando terminó el primer semestre se fue a Barranquilla a pasar vacaciones de fin de año y a acompañar a su mamá en la enfermedad. Conoció al joven ingeniero Rafael Caparroso y se matriculó en la CUC, Corporación Universitaria de la Costa. Con Caparroso tuvo dos hijos hasta que se separaron en 1999.
En Barranquilla se formó y consiguió su primer trabajo como escribiente en un juzgado en Barranquilla. Luego pasaría a ser Juez Penal en Sabanalarga, Magistrada del Tribunal Superior de Barranquilla, docente de postgrados. Pero no sólo el estudio le ayudó a superar la ruptura con su esposo. Encontró en el político liberal David Name un gran apoyo, y fue precisamente quien la introdujo en el cerrado mundo, por lo demás muy masculino, de los masones. Entró a formar parte de la Logia Masónica de la que es miembro desde 1998.
En 1990 fue magistrada del Tribunal en Barraquilla.
En 2009 conoció a quien años después llegaría a ser procurador: Alejandro Ordóñez. Llegó a su despacho una terna que incluía su nombre y terminó nombrada procuradora delegada para la Sala Disciplinaria de la Corte Suprema de Justicia.
Justo cuando terminaban los ocho años de sus dos periodos en la procuraduría el presidente Álvaro Uribe le pide a los magistrados de la Corte Suprema que le envíen una lista de 10 mujeres para escoger un nombre para integrar la terna para la Fiscalía. El nombre de Cabello llega al escritorio del entonces presidente quien decide entrevistar personalmente a las aspirantes. Allí se conocen. La elección de fiscal se aplaza y le toca al presidente Juan Manuel Santos la escogencia, quien decide postular a Viviane Morales, elegida para el cargo por el Congreso.
Margarita Cabello continúa su carrera en la rama judicial y en 2012 es elegida magistrada de la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia, corporación que llega a presidir.
La crisis que generó el trámite de la reforma a la justicia y que forzó la renuncia de Gloria María Borrero le abrió el camino al ejecutivo. En 2019 fue nombrada ministra de Justicia y de allí el presidente Iván Duque decide incluirla en la terma que la llevó a ser la primera mujer procuradora en la historia de Colombia.
