Me infiltré en la marcha y toqué su odio. Las consignas eran terroríficas y tenían un común denominador: la mala ortografía y redacción. Para marchar ayer había que cumplir con la condición de ser medio tarado y mala persona. Hay que ser medio tarado y mala persona para no estar de acuerdo con que a las víctimas del conflicto armado en Colombia no se les repare. Para rechazar que los campesinos, acosados por la arremetida paraca de finales de siglo pasado, no recuperen la tierra que perdieron. Si ayer Juan Manuel Santos o Humberto De La Calle hubieran aparecido en la mañana por la carrera séptima, los hubieran linchado. Las ventas de sombrero aguadeño y poncho, para parecer más caballista, más mafioso, más criminal, pululaban en los andenes. La homofobia (Insultar al presidente llamándolo Juan Gabriel lo es) y el machismo dominaban a estos descendientes directos de Monseñor Builes, Laureano y los chulavitas.
Los Neonazis también apoyaron la marcha, por supuesto. Con sus cabezas rapadas, su odio y brutalidad, le prendieron veladoras a San Sierra Eléctrica y soñaron con un país sin ningún vestigio rojo en su bandera. Ayer, al menos en la de Bogotá, la marcha daba miedo.
En Cúcuta, ese otro fortín del paramilitarismo, 4.000 personas salieron a expresar su repudio por la salida negociada. Se le suplicaba al dios de la guerra que borrara para siempre a Maduro y toda la cúpula de las Farc. No es para menos, en una ciudad controlada por las Águilas Negras y los Urabeños es normal que el fervor uribistas domine a esas cabecitas despobladas de ideas, a esos corazones áridos, a esas almas pueriles.
En Medellín 25 mil furibestias invadieron las calles. Ellos, los autodenominados patriotas que apoyaron a Uribe cuando puso 4 bases norteamericanas en territorio nacional, los que aplaudieron a 'Alvarito' cuando privatizó medio país, los que prefirieron ver morir impunemente a sus familiares de cáncer por una ley que el del ubérrimo aprobó con tal de reelegirlo, protestaban por la venta de Isagén y, en su ignorancia descarada, llamaban castrochavista a un neoliberal patológico como es Juan Manuel Santos, el gran amigo de Tony Blair.
Hoy amanecieron todavía más ignorantes y brutos, envalentonados por lo que ellos consideran un triunfo aplastante. Nadie puede ganar en una marcha en contra de la paz. Sacan pecho porque no hubo desmanes, claro, si el Esmad ayer no salió a reprimir, a provocar. Lo único bueno de ayer es que se demostró que cualquiera puede salir a protestar, que, hasta los más brutos y asesinos, pueden salir con sus pancartas sucias, agresivas y mal redactadas a pedir por la muerte del presidente, a llamarlo marica como si eso fuera un insulto.
Hubo unos poquitos, una minoría minúscula que salió, legítimamente, a protestar contra un tipo como Santos que puede llegar a ser --quién lo duda-- más despiadado que Frank Underwood. Para ellos mi solidaridad. Para el resto, para los ignorantes, para los que votaron por Uribe seducidos por los rumores que lo vinculaban con el paramilitarismo, mi más absoluto desprecio. No hubo necesidad de manchar la plaza de Bolívar con grafitis para que una marcha sea violenta. Sus consignas, horrorosamente mal redactadas, y sus arengas al magnicidio, son terrorismo puro.
Para la muestra de la ignorancia y estupidez que caracterizó la marcha, éste botoncito: