No sé por qué tanta gente se extraña de que Germán Vargas Lleras haya apelado a una estrategia con jugadas de viejísima data en Colombia. Que son descaradas, sí. Que están teñidas de deslealtad, también. Esta es de la esencia de la política. Pero es lo que menos lo afecta en su intención de ser, en la Colombia de hoy, presidente de la República. El motivo es normalito: él tiene la máquina y necesita controlar sus goznes, los que más pueda. Tarde, por eso, el doctor Juan Manuel Santos nos recordó a los colombianos que lo que hizo su ex vice se lo asignó el presidente como jefe natural del partido de la U. Otra pifia tan grande como la de inventarse el plebiscito de hace un año.
A quienes incomoda todo ese poder que acumuló Vargas Lleras, y que no se refleja en las encuestas, los anima la esperanza de que cometa otras impertinencias como las de su entrevista con Caracol televisión. Pero la máquina también es más fuerte que eso, sobre todo porque, al ir por firmas y no por Cambio Radical, habrá oportunistas que se presten a engrosarla con el objetivo de asegurar curules y clasificar para ministerios y embajadas. De ahí que tanta gente piense, más por razones tácticas que ideológicas, que Uribe acabe suministrándole un nombre para la Vicepresidencia.
Mucha gente piensa, más por razones tácticas que ideológicas,
que Uribe acabe suministrándole un nombre
para la Vicepresidencia.
El momento no es malo para una alianza de esa medida. La revoltura de populismo, nacionalismo, neonazismo y guerrerismo marcha en ascenso. En menos de quince días aciduló con un gran avance el triunfo de Ángela Merkel en Alemania y se alzó con la batuta en Austria. Esa revoltura es una fiebre que se expande porque aglomera adeptos irreflexivos, fanáticos. Y, ojo, los problemas más inquietantes con la evolución del posconflicto serán gasolina en el brasero para el coro de estos últimos. Los cuatro ismos en un solo cesto ofrecen atractivo a los politólogos y los sociólogos y utilidad práctica a los mañosos del oficio político.
Volvamos a la máquina. El ejercicio vicepresidencial en infraestructura y vivienda tampoco aparece en las encuestas, pero sí en el equipo del aspirante. La senadora Claudia López mostró, en el debate de control político del pasado 17 de octubre, los cuadros de campaña de Vargas Lleras con nombres y apellidos, efigies y sonrisas. Los factores decisivos para un triunfo electoral están allí: votos, poder político y administrativo, dinero y voluntades, sin incluir a los clanes que se reservan su respaldo para el final de la carrera y el empujoncito de Asobancaria. Los aglutinados por el ex vicepresidente en torno a las adjudicaciones que formalizó ya posarán con él, el día de la victoria definitiva, felices de su continuidad en el mando de las entidades territoriales bajo su dominio y de la contratación nacional por cuatro años más en cada feudo.
La chequera de las inversiones era de Santos, pero la cosecha será para el custodio de las colillas. Esto demuestra que The Economist vio más allá de los encuestadores colombianos, pues necesitan seguir sondeando. The Economist se fue directo al capital electoral y financiero de las cabezas visibles del vargasllerismo antes de emitir su pronóstico para la segunda vuelta. Entre tanto, continúan saliendo de la baraja los precandidatos que tenían una visión delirante de sí mismos, como invitando a los que aún persisten a que no prolonguen el ridículo. Los lectores conocen el mosaico de ilusos y los bajos porcientos de cada cual.
Convendría que Vargas Lleras precisara si sus reparos a la JEP
son el preludio de un desmonte
tan pronto tome posesión de la máquina gubernativa
Convendría que Vargas Lleras precisara si sus reparos actuales a la JEP son el preludio de un desmonte que se iniciaría tan pronto tome posesión de la máquina gubernativa. Con la única realización rescatable del gobierno de Santos no caben la incertidumbre ni un retroceso abrupto de la paz firmada, so pena de que el país se anarquice más de lo que está. Que un columnista de prensa haga santanderismo con la JEP, pasa como un simple ejercicio de gimnasia intelectual. Pero que un candidato presidencial con todas las de ganar la use como bomba de tiempo, es una desmesura afrentosa con el pueblo de Colombia.