El viernes 18 de junio de 1994 la selección Colombia debutaba en el Mundial de Estados Unidos contra Rumania. La expectativa en el país era total. En Bogotá se jugaban cosas más importantes. Las campañas de Andrés Pastrana y Ernesto Samper se peleaban palmo a palmo la Presidencia. Faltaban dos días para las elecciones y el tesorero de la campaña Liberal, Santiago Medina, volvía a ofrecer su portentosa casa estilo francés construida en 1954, para hacer una nueva fiesta. La idea era invitar a los políticos más cercanos al liberal Ernesto Samper y juntarlas con las viejas glorias del fútbol colombiano.
Construida en 1954, con ornamentos importados de París, su primer dueño fue Jorge Salcedo Salgar, siendo un niño, Santiago Medina suspiraba por esa casa, hasta que en 1987 el negocio de antigüedades le dio para comprarla. Pagó $ 5 millones de la época y le invirtió mucho más, para reconstruirla; estaba caída a pedazos, abandonada y con cuentos de fantasmas.
Mandó a cambiar puertas, enchapes, esculturas de bronce, espejos estrambóticos, cuadros tan raros como el que tenía en su sala de dos metros de largo del español de dos metros de Pedro de la Cuadra y hasta compró un piano que había pertenecido al presidente Marco Fidel Suárez. Ell coleccionista de antigüedades era e famoso por su gusto refinado y su pasión por la decoración.
En esa época ya había sido seducido por la política. Cercano al expresidente Julio César Turbay y de su familia, se acercó también a Luis Carlos Galán, de quien fue su secretario y con el que realizó su último viaje a Venezuela, el 10 de agosto de 1989, una semana antes de ser asesinado en la plaza de Soacha.
A comienzos de 1994, mientras dirigía la revista Aló Casa, en donde podía explayarse en su pasión, la decoración, cometió el que se convertiría en el error de su vida: aceptar la tesorería de la campaña a la presidencia de Ernesto Samper Pizano. Convirtió su gran mansión en el cuartel general del liberalismo. La campaña tenía problemas de financiación hasta que una llamada del periodista Alberto Giraldo torció el destino.
Giraldo era el puente de los políticos con el Cartel de Cali. Su cercanía y amistad con los hermanos Rodríguez Orejuela era un secreto a voces. Giraldo y Medina se reunieron en un hangar del aeropuerto El Dorado. De ahí tomaron un vuelo en avión privado en Cali. Allí se vio con todos los duros del Cartel: Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, Chepe Santacruz y Pacho Herrera. Acordaron meterle a la campaña presidencial 1.500 millones de pesos de la época. La inyección económica fue fundamental para derrotar a Andrés Pastrana.
Las reuniones con el Cartel de Cali empezaban a ser noticia. Ese día en su mansión, después de que la Selección de Maturana perdiera 3-1 contra Rumania, Ernesto Samper, Fernando Botero Zea, Rodrigo Pardo y Santiago Medina se reunieron en su estudio para ver el Noticiero Nacional en su emisión de las nueve de la noche. Allí lanzaron una primicia que les heló la sangre: había el rumor de que existía una grabación de una conversación en donde se comprobaba que el Cartel de Cali había ayudado a financiar la campaña samperista.
Decidieron esperar. La procesión se llevaba por dentro. El domingo 20 de junio ganaron las elecciones presidenciales. La fiesta fue en la casa de Santiago Medina. Invitaron a 40 personas, llegaron más de 300. Celebración de la nueva pareja presidencial, a punta de salsa. Antes de acabar la celebración Samper llamó aparte a Medina y ahí, en el jardín acristalado, al lado de la piscina, el presidente electo compartió su preocupación. El episodio lo cuenta el propio tesorero en su libro La verdad sobre las mentiras en donde muestra esa noche a un Samper acorralado por las palabras desafiantes de Pastrana en el discurso que dio ese domingo en el Hotel Tequendama: “Reto a Samper a que me diga que el dinero del narcotráfico no permeó su campaña”. Todas las versiones afirmaban que Pastrana conocía la grabación y que en cualquier momento las iba a hacer públicas.
A partir de ese momento Santiago Medina fue tratado como un apestado en las toldas samperistas y a medida que el escándalo iba creciendo en los medios de comunicación su situación fue empeorando hasta que fue detenido en 1996, condenado a 90 meses de prisión por enriquecimiento ilícito. Todo lo que sabía lo dejó escrito en sus memorias La verdad de las mentiras. Pasó parte de la pena la pasó en la cárcel Modelo, donde se hizo amigo de delincuentes como John Jairo Velásquez Vásquez alias Popeye.
Regresó a su querida casa en 1997 y permaneció allí encerrado, amargado hasta su muerte en 1999 ocasionada por una vieja complicación renal. La casa se la dejó en herencia a veinte personas entre las que se contaba su bionergético y su pareja más estable, Édgar Hernández. Diez y ocho de sus herederos vendieron sus derechos parte y dos de ellos-cuyos nombres nunca han sido revelados- la mantuvieron hasta el 2002 cuando la vendieron al consorcio Eaton College International.
Ahora se llama Mansión Francesa y es alquilada para eventos y matrimonios –cuando el coronavirus dejaba- pero también como locación para grabar series de televisión. El Canal Caracol en alianza con Netflix la tienen alquilada para grabar la serie Perdida , una historia española de misterio en la que la una de las protagonistas es Ana María Orozco, la recordada Betty La Fea. Los personajes que desfilan por la imponente escalera y que toman el sol en invernadero que cubre la piscina, ya no son los protagonistas del Proceso 8000, muchos de cuyos secretos se llevó Santiago Medina a la tumba, mientras otros se borran en la memoria de los personajes políticos y empresariales que disfrutaron del gran anfitrión, sino personajes de la novela producida por Antena 3 que, además, ha generado críticas algo encontradas. A pesar de tanta historia sus vigilantes dicen de que, de noche, ningún fantasma ronda el inmenso salón que alguna vez albergó tantas fiestas.