Siempre creí que la gente más hermosa del mundo estaba en la izquierda. Crecí en un país paramilitar y me aferré a esa creencia porque si la derecha estaba matando a campesinos, sindicalistas y periodistas en los ochenta, alguien en Colombia debería ser bueno y si tuvieron que disparar sobre Pardo Leal, Jaramillo Ossa y Pizarro era por ser santos, próceres que buscaban un cambio inmediato y total de la situación. Una vez crecí me di cuenta de la verdad. La izquierda en Colombia, como casi todas las instituciones y partidos del mundo está dominado por hombres, por machitos que sólo les interesa algo: demostrar que la tienen más larga que su rival.
Y estaba bien visto hace unos años ser misógino. Eso se citaba a Schopenhauer y se creía incluso que las personas inteligentes, los intelectuales, deberían odiar a las mujeres. No sé si ustedes han estado en una reunión de mamertos. Nadie se escucha. Si hay mujeres se aburren. Los hombres vociferan sus consignas, intentan impresionar a como dé lugar. Además tienen mal trago. Siempre beben más de lo que pueden soportar sus hígados. Es realmente patético, no es un buen lugar para estar.
Una tertulia de comunistas es un lugar al que se debe salir corriendo, como si fuera un residuo de Chernobil. Si eres mujer saldrás contaminada. De eso se dio cuenta en el 2019 María Mercedes Maldonado quien no soportó la incapacidad de Petro para cerrarle la puerta a las intenciones electorales de Hollman Morris, acusado por su ex esposa de maltrato, y apoyarlo en su intento de ser alcalde de Bogotá. El golpe final fue el de Sara Tufano, destacada intelectual y feminista, quien en diciembre del 2021 dio el portazo en una columna de El Tiempo. La razón fue el pacto que hizo con el pastor evangélico Alfredo Saade, reconocido militante próvida. Otra que renunció fue la socióloga Juana Afanador por el mismo talante autoritario de Petro quien, al fin y al cabo, es otro patriarca de izquierda.
Entonces lo que quedaron son personajes que a mí en lo personal me dan desconfianza, como Cielo Rusinque, la reconocida abogada de Fabian Sanabria, el profesor de la Universidad Nacional imputado por la Fiscalia por denuncias de violación, Francia Márquez quien ha sufrido en carne propia la misoginia y el racismo del Pacto Histórico, tan bien representados en el asqueroso comportamiento de Alex Florez y Margarita Rosa.
Desde el 2013 con sus columnas en El Tiempo Margarita Rosa empezó a sorprender por su posición progresista, por parecerse cada vez más a su hermano Martin, maestro del humor negro y de la sátira en Colombia. Poco a poco Petro supo capitalizar esto y le fue dando cada vez más protagonismo hasta llegar a este punto en donde Margarita Rosa es la mujer que tiene más peso dentro del Pacto, es la que tiene más poder, por encima incluso de Francia. Hasta los izquierdosos caen rendidos ante el embrujo del arribismo, de tener tan cerca a una leyenda de la televisión como es Margarita Rosa. Por eso, mientras Francia es ninguneada por el Pacto, y sólo está ahí como una figura que compruebe la inclusión y el progresismo de Petro, todos le corren a De Francisco.
Y a Margarita le pasa exactamente lo mismo, no puede creer que un proyecto político como al que le apostó vaya ganando en un país godo y hasta hace muy poco furiosamente uribista como este. Que no caiga rendida ante las promesas de campaña, que no se deje usar por el petrismo. No hay nada más triste que una diva desengañada por la política. En aras de la defensa del petrismo podría salir quemada, masticada y machacada. Desde ya espero la primera columna de Margarita Rosa contando las razones por las que se escapa del abrazo de Petro. Porque si algo ha hecho Petro en su carrera política es decepcionar a todos los que lo han rodeado.