Es pleno verano en Estados Unidos, las temperaturas arrasan sin piedad por encima de los 35 grados centígrados, y en medio del sofoco por la ola de calor, otra ola inquieta a muchos estadounidenses no seguidores del fútbol que no entienden bien qué es lo que pasa: se trata de la ‘ola amarilla’ por cuenta de los cientos de colombianos que se han tomado las ciudades donde la Selección Colombia juega en la actualidad la Copa América, y que han convertido esos lugares en extensiones del territorio nacional, a donde llegan para alentar, enfundados en sus camisetas amarillas con su algarabía, arengas y cánticos, haciendo sentir a los ‘muchachos’ del técnico Néstor Lorenzo que juegan de local en tierra extranjera.
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Así sucedió en Houston, Texas, donde se congregaron más de 70.000 colombianos en el NRG Stadium en el primer juego contra Paraguay, y la ola parecía una marea amarilla cuyo fervor al entonar el Oh gloria inmarcesible retumbó varios kilómetros a la redonda. Igual sucedió en Santa Clara, California, contra Brasil; y en Glendale, Arizona, donde se opuso a dos contrincantes: Costa Rica y Panamá, cuya goleada a los canaleros 5 a 0 hizo que los colombianos estallaran de júbilo, prendieran la fiesta y entraran como en ‘modo carnaval’.
Si bien, a la Selección Colombia no le correspondió jugar en los alrededores de Nueva York -en el MetLife Stadium de Nueva Jersey, donde sí se han enfrentado otras selecciones-, eso no ha sido obstáculo para que los colombianos del área triestatal: Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut (un triángulo con nutrida presencia de connacionales), también vistan la camiseta y celebren la racha victoriosa por la que atraviesan los cafeteros, la cual alcanza 27 encuentros sin conocer la derrota desde febrero de 2022, algo que no ocurría desde los años noventa en la época de Francisco 'Pacho’ Maturana.
Esta ‘invasión’ colombiana en Norteamérica que ha teñido los estadios de amarillo, no es gratuita. Muchos aficionados han hecho el esfuerzo de acompañar a la Selección porque, según sus palabras, “esta vez sí se ha puesto la camiseta, se ha entregado en el campo, y ha creado magia”. Los datos son contundentes: además de ese histórico invicto, en la Copa América ha metido 11 goles, solo dos en contra; cero derrotas en los cuatro partidos jugados hasta el momento contra Paraguay, Costa Rica y Panamá, y un empate frente a Brasil, que pudo ser triunfo; y la consolidación de James Rodríguez como un jugador de muchos quilates -más de los que ya tenía-, desempeño que ilusiona a los colombianos con un nuevo título de campeones de la Copa América por segunda vez, luego de 23 años.
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En cada rincón de la geografía estadounidense donde pululan colombianos se podrían contar muchas historias sobre lo que ha significado este momento de gloria para el cuadro tricolor. Es el caso, por ejemplo, de la avenida Roosevelt, en pleno corazón del distrito de Queens, en Nueva York, por donde atraviesan barrios como Corona y Jackson Heights, asiento miles de colombianos de tiempo atrás, y donde la bandeja paisa, los tamales, el sancocho o el mondongo están a la orden del día en cualquier restaurante. Allí por sus calles, en el metro, en los bares, las tiendas, y para donde se dirigiera la mirada, la mancha amarilla también es un río humano, aunque igual se ven camisetas insignias de la Selección de todas las épocas: la blanca, la roja, la azul, y la negra, muy de moda por estos días; además de otros distintivos como los típicos sombreros vueltiaos, las pelucas alborotadas del Pibe Valderrama, las gorras tricolores y las vuvuzelas o cornetas de plástico, entre otros.
Allí, el sábado anterior no había otro tema del que no se hablara que no fuese la paliza a la que Colombia sometió a Panamá, y por supuesto, los piropos para James Rodríguez, y la efectividad de los pases que permitió que varios de sus compañeros se lucieran. Pero los elogios también alcanzaron para la sangre fresca como Ríos, Córdoba, Muñoz y Sánchez, y, por supuesto, para la estrella del Liverpool, Luís Díaz, cuyo padre -Mane Díaz- se ha vuelto viral en redes sociales por sus jocosos bailes en las tribunas, en las que se roba el show.
Interrogados varios de esos transeúntes que celebraban por la Roosevelt en Queens, llamó la atención que ninguno se negó a comentar, por el contrario, querían hablar y hablar más; algunos incluso ya estaban entonados y eufóricos al calor de unos cuantos tragos.
“Estuvimos excelentes, Colombia está buenísima; partido tras partido vemos el progreso de la Selección, para destacar lo que hizo James Rodríguez, de otro mundo, podemos jugar contra el que sea, no le tenemos miedo”, dice Félix López, un cincuentón, quien dice que es oriundo de Tuluá, Valle, y se desempeña como montacargas en un warehouse de Brooklyn.
Por su lado, José Lucumí, un afrodescendiente de Carepa, Antioquia, envuelto en la bandera tricolor, con otra amarrada al cuello, y una más en la mano, y de sombrero alto, responde con tono de comentarista radial, “la emoción es grande porque hace rato no veíamos una Selección así con tanta jerarquía, el equipo se ha mostrado solidario, compacto, es evidente que hay proceso, hay jugadores, hay un director técnico y un grupo”.
Allí parece estar la gran hazaña del entrenador argentino, Néstor Lorenzo: la integración del equipo, según opinaron varios de los entrevistados sobre el factor que consideran ha hecho que la Selección brille ahora más que nunca: “la unidad del grupo, el cuerpo técnico y los jugadores son prácticamente una familia; se nota la buena armonía y las buenas relaciones. Además, el buen nivel de los actuales muchachos del combinado, todo eso se refleja mostrando un buen nivel de juego y en los resultados”, dice Pablo Peña, un pensionado bogotano, quien disfruta de vacaciones por estos días entre Nueva York y Nueva Jersey.
Y mientras algunos celebraban, otros seguían facturando a punta de camisetas, banderas u otros utensilios que demuestran que “somos de Colombia, la tierra del buen fútbol”. Así lo narra la bogotana Jessica Lara, quien, con un almacén en plena Roosevelt, sostiene que “esto ha sido un hit total, y ahora que estamos en semifinales y vamos a ser campeones no me imagino cómo va a ser esto. Las ventas están disparadas y espero que sigan así, vamos con toda, a seguir rompiéndola”, y agrega que el artículo estrella más vendido es la camiseta negra con visos naranja, a un precio de 40 dólares, es decir, unos 144.000 pesos.
A parte de la Selección Colombia, el buen momento también lo están viviendo aerolíneas, hoteles y demás áreas turísticas que han visto que al paso que el cuadro colombiano avanza, aumenta la ansiedad de muchos fanáticos por viajar y acompañar al equipo. Según estadísticas -después de Argentina-Colombia es una de las selecciones que más boletos ha comprado, a costos no tan baratos. La boletería para el partido final que se llevará a cabo el próximo domingo 14 de julio en el Hard Rock Stadium de Miami, oscila entre 570 dólares (unos 2,3 millones de pesos) hasta 2.800 dólares (unos 11,5 millones de pesos).
Este valor incluiría la posibilidad de ver el show de clausura de la colombiana Shakira, quien interpretará ‘Puntería’ (tema en el que interviene la rapera Cardi B), anunciada como la canción oficial de la Copa América 2024, el torneo de selecciones más antiguo del mundo. Sí, Shakira, la colombiana ‘la reina de los mundiales’, la misma que tantas alegrías le ha dado al país moverá una vez más las caderas como en los viejos tiempos.
Para algunos nostálgicos colombianos, esta Copa América en su edición número 48, que empezó el pasado 20 de junio, en la que se jugarán 32 partidos en total en tan solo 25 días, y que ya casi llega a su final, ha despertado cierto nacionalismo que hace rato no sentía. Así lo dice Alejandra Suárez, una joven estudiante bogotana, quien dice que lleva diez años en Nueva York, y habla de esa conexión entre el fútbol e identidad nacional: “esto ha sido muy emocionante, en lo personal no me esperaba el rendimiento que la Selección ha mostrado, ha sido grata sorpresa, y claro, todo esto, incluso para los que no gustan del fútbol ha sido un sentir más cerca la tierrita, una mezcla de muchas cosas, sentimientos, recordar momentos, una nostalgia que se siente más estando lejos, pero a la vez con mucho orgullo por lo que está haciendo el equipo aquí en suelo americano”.
Colombia ya está entre los cuatro mejores del torneo y si le gana a Uruguay este 10 de julio irá a Miami para la gran final contra la Argentina de Leonel Messi, que logró su paso al derrotar a Canadá 2-0. El perdedor se va para Carolina del Norte, donde se disputará el tercer puesto contra Canadá en el Bank of America Stadium el sábado, 13 de julio, el mismo estadio donde la Selección Colombia jugará este miércoles contra Uruguay, destino al que ya empezaron a llegar cientos de colombianos y su ola amarilla.
A pocos días del pitazo final, y ahora cuando varios de los países vecinos han salido de la contienda, muchos ecuatorianos, venezolanos, centroamericanos e incluso asiáticos, se han unido a favor de la tricolor: “Colombia está imparable, tiene hambre de ser campeona y si se dan las cosas, así debería ser”, dice Luís Zambrano, un ecuatoriano, quien resalta que, “si bien, en el fútbol no siempre gana el que lo merece pues este deporte no tiene lógica, si ganara el mejor, ese tendría que ser, sin duda, Colombia”.
Los jugadores del tricolor tienen claras las recomendaciones de Lorenzo: no dejarse obnubilar por los halagos, estar preparados para cualquier eventualidad, y organizarse bien para el nuevo reto: Uruguay, un equipo que pese al triunfo tuvo dificultades para superar a Brasil, y que si bien tiene algunas bajas sensibles, es considerado por los expertos como un rival difícil de superar, un cuadro experimentado y contundente que al igual que Colombia, llega a la semifinal con pocos goles en contra, un alto rendimiento y una defensa muy sólida.
La suerte parece estar echada: se espera que de nuevo esa gigante ola amarilla que vistió las tribunas donde se presentó Colombia, se vuelva hacer sentir en Charlotte, Carolina del Norte este miércoles en el momento de la verdad, y que ese aliento sea el motor definitivo que le ayude a conseguir el tiquete a la tricolor para llegar la gran final el próximo domingo.