“Tenemos, según algunos estudios, riesgo de caer en el populismo que recorre el mundo, ¿Quién para ustedes en Colombia es un populista?”[1]. Esta era la pregunta con la que Diana Calderón terminaba el programa radial “Hora 20” el pasado martes, dos días después, el jueves, también acababa con otra nueva alusión al “populismo” radical como peligro para la institucionalidad y la democracia, en ambos casos la mayoría de los panelistas no dudaron en declararse en contra de cualquier tipo de experiencia “populista” o de líder/lideresa “populista” y seguramente la mayoría de los oyentes del programa también coincidieron con ellos ya que desde hace unos años la palabra “populismo” aparece en el sentido común de la gente como algo peligroso.
Luego de años escuchando a los grandes medios de comunicación llamar “populistas” a un amplísimo número de personajes, de la política nacional y sobre todo de la política internacional, no me deja de parecer inquietante el especial interés que empieza a despertar el concepto de "populismo" en el contexto político nacional, de cara a las elecciones de 2018, marcado por el auge de las denuncias y la indignación por la corrupción. Dos comentarios rápidos sobre el "populismo":
Primero: ¡Que no Diana, que eso no es populismo! Creo que cualquier profesor o incluso cualquier estudiante de primeros semestres de Ciencia Política coincidiría conmigo en decirles no solo a Diana Calderón y a los panelistas de “Hora 20” sino a la mayoría de nuestros periodistas (algunos de ellos por lo general muy rigurosos y serios, otros no tanto) que han estado usando y sieguen usando mal el concepto de "populismo". Pero sí "populismo" no es sinónimo de todos los males del mundo, entonces ¿Qué es?
Esta pregunta tiene dos respuestas, el "populismo" que realmente existió fue aquel fenómeno latinoamericano que algunos autores sitúan “desde la Revolución mexicana de 1910 o desde el movimiento de elecciones populares con H. Irigoyen en 1918 en Argentina hasta el golpe de Estado contra J. Arbenz en 1954”[2] y sus figuras más representativas podrían ser Juan Domingo Perón en Argentina y Getulio Vargas en Brasil, sus características históricas ya han sido estudiadas hasta el cansancio. La segunda respuesta a esta pregunta es la respuesta teórica que da el filósofo argentino Ernesto Laclau, puesto de moda en España luego de la irrupción de Podemos, para él “Populismo” es nada más y nada menos que “un modo de construir lo político”[3], es decir, una manera en la cual las “sociedades occidentales” han inventado lo propiamente político y la política, entonces desde este punto de vista no nos equivocamos al decir que todo gobierno que ha existido en nuestras democracias ha sido en algún grado populista, sin importar si era un gobierno conservador, liberal, “de centro” o progresista, de derecha o de izquierda. Un dato importante y tal vez una potencia del "populismo" es no tiene problema en hablar del pueblo.
La mala interpretación actual del concepto seguro se debe al uso “descalificativo” que han hecho de él los grandes tanques de pensamiento, liberales y conservadores, para señalar todo aquello que no les gustaba, es por ello durante la última década y media se llamó populista a políticos tan dispares como Chávez, Lula, Uribe o Trump.
Segundo: para que no crean que soy uno de esos puristas intelectuales a los que solo les interesa que se usen bien los conceptos debo confesar el motivo de mi preocupación. Para nadie es un secreto que todas las fuerzas políticas del país se preparan desde ya para 2018, año decisivo para la materialización, o no, de los acuerdos paz, y esto ocurre en un contexto marcado por la creciente visibilidad e indignación por la corrupción, fenómeno y delito del que pocos se salvan. Y aquí me parece que está la trampa: unir “como por arte de magia” el discurso contra la corrupción, que había sido el verdadero tema del programa “Hora 20”, con el “populismo” o más bien con la amenaza del “populismo”.
Ante la pregunta de Diana Calderón la mayoría de los panelistas que eran los presidentes de partidos políticos, y que minutos antes se habían declarado anticorrupción (el chiste se cuenta solo ya que han sido ellos y sus partidos quienes han encarnado precisamente la corrupción en todas las regiones de Colombia) se declararon también, y muy efusivamente, "antipopulismo” y se mostraron muy preocupados ante la posible aparición de un proyecto “populista” en Colombia a través de aquel discurso anticorrupción. Solo Claudia López y Jorge Robledo intuyendo la indirecta se vieron obligados a responder denunciando la existencia real del problema en cuestión y el tramposo intento de unir la lucha anticorrupción con el fantasma del “populismo”. “¿Quién para ustedes en Colombia es un populista?” “Gustavo Petro” respondieron la mayoría de los presidentes de los partidos.
Para terminar: señores/as siguen usando de manera equivocada, poco reflexiva y hasta irresponsable el concepto de "populismo", en vez de entender que todo gobierno es en algún grado populista, están haciendo eco del fantasma del “populismo” como descalificativo, discurso que no tiene otro objetivo que infundir y movilizar el miedo, gesto que curiosamente ustedes califican como “populista”. Más o menos quedó claro en el programa que el (des)calificativo “populista” tendrá unos objetivos claros: Petro, Claudia y Robledo en la ya abierta carrera hacia 2018, curiosamente quienes podrían encarnar, nos gusten o no, una alternativa política real.
Si el “populismo” sigue siendo en la política colombiana el origen de todos los males o si todo lo que se salga de la política que hacen las élites de siempre, así sea ligeramente, será calificado de “populista” simplemente será imposible otro proyecto de país. Y además, sí hablar de la gente, del pueblo o de lo popular seguirá estando prohibido a riesgo de ser tachado de populista, pues esa gente común y corriente no podrá si quiera ser enunciada nunca en la política.
Camilo Vargas Guevara. Sociólogo y candidato a Magíster en Filosofía de la Universidad Nacional.
[1] Diana Calderón, Hora 20, martes 7 de febrero de 2017.
[2] Enrique Dussel, “cinco tesis sobre el populismo”.
[3] Ernesto Laclau, “La razón populista”.