A la hora de hablar de Colombia se nos hincha el pecho y lanzamos frases como: "somos un país privilegiado por su riqueza hídrica, su biodiversidad", "somos el primero con más especies de aves", "tenemos las esmeraldas más lindas, el café más suave del mundo, grandes deportistas, artistas, músicos de exportación y diseñadores de alto turmequé, entre otras cosas". Pero también, con vergüenza, debemos decir que somos el primer país productor de coca, así lo afirmó en 2016 la ONU y fue confirmado la semana pasada por la oficina de Política Nacional para el Control de Drogas del Gobierno de Estados Unidos.
Al parecer los esfuerzos por derrotar el aumento de la producción han sido en vano, pues el incremento de los cultivos durante el 2017 fue del 11%, llegando a 209.000 hectáreas sembradas, a lo que el presidente Santos, respondió “si Colombia aumenta la producción es porque también han aumentado los consumidores y no se puede acabar con el negocio de la noche a la mañana”.
Lo anterior hace parte de la justificación de políticas de estado de parte y parte, erradas o no, que hacen que cuando muchos compatriotas están fuera del país la experiencia se convierta en burlas y comentarios malintencionados, que nos pordebajean y nos encasillan en un tema tan delicado como la droga y que nos dejan mal parados ante el mundo. Para no ir muy lejos, la semana pasada los comentaristas deportivos de la cadena NOS Journal, medio de comunicación holandés, al ver los estadios con tanta camiseta amarilla se preguntaba cómo hacían tantos colombianos para viajar al Mundial de Rusia, si éramos un país tan pobre. Incluso aludieron que el capo Pablo Escobar había enterrado mucha coca y seguramente cada uno tenía una caja en su propio jardín. Además, otra que hace mención a la droga colombiana es la comediante neozelandesa Urzilia Carlson, quien en un programa de televisión de horario prime dijo no distinguir a los jugadores colombianos de los mexicanos, por no tener polvo blanco de coca en la nariz. Esto solo por nombrar dos casos ocurridos durante el Mundial.
¿Se comunica ante el mundo una realidad a medias e injusta que ha dejado tanto dolor a cientos de familias colombianas, desde los campesinos, hasta nuestros jóvenes obligados a trabajar en estos cultivos? ¿Quiénes han sido los principales muertos alrededor de la mafia, acaso no lo son nuestros hombres al servicio de la fuerza pública, los empresarios y políticos que decididos a acabarla terminaron muertos y en el mejor de los casos amenazados, chantajeados y sacados del país para acallarlos? ¿Generalizan a una raza pujante como la nuestra, solo porque Estados Unidos, primer consumidor de coca, no ve más allá de sus narices y disfraza su doble moral en la dosis personal que solo ha demostrado el incremento en el consumo?
Por otro lado, nuestros “maravillosos libretistas de telebobelas”, en su afán de fama y fortuna y a quienes parece no importarles la mala imagen del país, se han dedicado a mostrar al mundo entero la cultura mafiosa donde volvemos héroes a los grandes narcos, ponen a nuestras mujeres con un estereotipo de “buenona” a la que solo le gusta el dinero fácil y se vende al mejor postor, y a nuestros niños a soñar con convertirse en los “duros del paseo” llevando una extravagante vida actuando fuera de la ley y pasando por encima de cualquiera y a qué precio… Son tan creativos y tan cizañeros que solo muestran historias como: El patrón del mal, Sin tetas no hay paraíso, María llena eres de gracia, Alias J.J., El Capo, Las muñecas de la mafia, El Cartel de los sapos, entre otras, convirtiéndonos en un país en el que ante los ojos del mundo al parecer solo se encuentra coca, lo que nos convierte en La maldición del paraíso.
Lo cierto es que Colombia es más que droga y narcotráfico, aunque tenemos un largo camino para quitarnos ese primer puesto de productores de coca que solo se puede lograr con decisiones de facto por parte de los gobiernos. Por otro lado, para ese estigma, mala fama o encasillada a la que nos hemos sometido nosotros mismos y que nuestros creativos de televisión se empeñan en seguir vendiendo tendrán que venir nuevos “creyentes” que cuenten historias diferentes y comuniquen la otra realidad.
