El Metropolitano era un infierno cuando vivía Edgar Perea. Los equipos rivales lo sentían. El suelo temblaba. Era una tradición desde los años del Romelio Martinez. El campeón salía y Millonarios se derretía. Era el jugador número 12. Edgar Perea cometió un error que le salió muy caro: escuchar los cantos de sirena y meterse en la política. Sólo un oficio le da permiso a los mediocres sin experiencia a tener distinción: el periodismo. La política es agua movediza, en el momento en el que te sientes cómodo caminando te tragan y no te escupen. Y eso le pasó a Edgar Perea, se metió en los líos de la Madonna que lo llevarían a la depresión que terminaría matándola. Porque aunque murió de 82 años Edgar, el indestructible tenía mucha cuerda que dar.
Barranquilla nunca fue la misma desde que se fue Perea, el Junior tampoco. Periodistas tan complacientes como Hugo Illera no le generan presión a un técnico que llegue a Curramba. Junior se convirtió en un equipito de provincia, como bien lo dijo Pacho Vélez en su programa en ESPN, no puede ser que, cobijados en una chequera como la de los Char, el Junior no tenga un plan bien estructurado. Han ganado muy poco para gastar tanto. En Barranquilla no hay presión. El mejor vividero de Colombia no genera angustia. Se trabaja, se gana bien, se vive bueno. Es que Barranquilla es un paraíso. Los empresarios son gente bacana, algunos son considerados una especie de guardianes de la ciudad, con los superpoderes de Christian Daes, quien, desde la partida de Perea, es el papá de la ciudad. Pero el dueño de Tecnoglass no puede hacer otra cosa que comprar abonos -10 mil para ser exactos- un regalo que hizo cuando se enteró que los dueños del club se habían metido la mano al dril, invertir en Juan Fernando Quintero, el único de los jugadores que parece tienen sangre en las venas.
Pero Daes está muy ocupado en sus exitosos negocios como para presionar al equipo. Se necesita, desde el periodismo, un tipo que les haga caer en cuenta a los jugadores, al técnico, que el Junior representa a mas de 10 millones de personas, a toda la Costa, desde Montería hasta Punta Gallinas. La declaración del Mudo Rodríguez, burlándose de la generosidad de los Char, es sintomático de lo que pasa en el Junior: se necesita mano dura, sacar a los jugadores de la zona de confort y ponerlos a, juro, a hacer respetar una de las camisetas más hermosas del fútbol nacional. Se necesita un Edgar Perea, ese es el verdadero 10 que tiene que aparecer en el elenco Tiburón.