Dos victorias pírricas, que sumadas han tenido resultados catastróficos, se convirtieron en la maldición de Álvaro Uribe. La primera, el No del referendo por la paz, y la segunda, la llegada de su candidato Iván Duque a la Presidencia. ¿Ha llegado su fin?
El No a la paz, que fue, más que una convicción personal, un pulso con Juan Manuel Santos, lo graduó de señor de la guerra y destrozó su reputación internacional. Pero la llegada de Duque al poder ha sido su ruina. Aunque su partido jamás haya asumido la responsabilidad política por la ingobernabilidad en la que estamos sumidos, el país no ha perdido de vista que fue él quien lo hizo elegir. A donde llega, lo reciben con arengas. El paro se convirtió en un gran referendo antiuribista. Duque consiguió lo imposible, rompió el teflón de Uribe.
No hace mucho, mientras andaba de correría por Sucre y Córdoba, el Senador Uribe le pregunto a la gente si se había olvidado de su legado, y les aseguró, como puede verse en un video que publicó este portal, que si olvidaban su legado se tiraría al río. A pesar de las amenazas, esta elección confirmó en las urnas lo que la gente le está diciendo en las calles: No más Uribe.
Este rechazo popular llega en un pésimo momento para Uribe. Mientras él libra la batalla de su vida ante la Corte Suprema por el caso en el que ha sido formalmente acusado por los delitos de fraude procesal y soborno en concurso homogéneo y sucesivo, su hermano está a punto de ser condenado por la conformación del grupo paramilitar “Los 12 Apóstoles”, al que se le atribuyen cerca de 300 homicidios selectivos, y sus hijos enfrentan varias investigaciones por temas fiscales. Y lo peor podría estar por venir. El proceso de transición ha dado para que se empiece a discutir si ha llegado la hora de investigarlo por las escuchas ilegales, los falsos positivos, y el desarrollo de grupos paramilitares durante su periodo como gobernador de Antioquia.
Esta acorralado, y él lo sabe. ¿Es Alvaro Uribe el próximo Alberto Fujimori?
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Uribe puede salvarle la presidencia a Duque si se decide a llevar a término con éxito lo que Juan Manuel Santos dejó empezado
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Voy a lanzar una tesis que seguramente levantará ampolla. Uribe todavía puede darle vuelta a este ajedrez, volver a la ofensiva y salvarle la presidencia a Duque si se decide a llevar a término con éxito lo que Juan Manuel Santos dejó empezado. La paz de Santos esta herida de muerte, pero no por un defecto del acuerdo, sino porque dejo por fuera a uno de los actores principales de este conflicto: el establecimiento que Uribe representa. No hay manera de hacer valer los acuerdos sobre la tierra y sobre política y que deriven en una reforma real e integral, sin contar con ese otro sector, el feudal, el de las casas políticas, el que financió el paramilitarismo y se lucró con él. Atado a ello, esta la lucha contra la desigualdad, que no es una lucha CONTRA un sector del país, sino una lucha de todos contra unos hechos de hambre y vulnerabilidad que necesitan de un gran acuerdo para darle vuelta al modelo económico y para encontrar unos equilibrios razonables. Conociendo personalmente al expresidente Uribe, no solo estoy convencida de que es capaz, sino de que él sabe que es necesario.
Como su némesis, entiendo que es un líder indiscutible, y que su fuerza, del lado de la paz, sería una razón para la esperanza. Pero para eso, tendría que renunciar al Congreso y volver al ejecutivo, tal vez en el rol de Alto Comisionado, para ponerse al frente de la transición, separarse de los extremistas que lo rodean, y entablar un diálogo de unidad. Es ahí donde Álvaro Uribe definirá su legado para Colombia y para la historia.
Publicada originalmente el 9 de diciembre de 2019