James era la figura del encuentro. Desde atrás, gracias a su forma física, salía jugando con solvencia. Otra vez volvía a ser el motor del equipo alemán. Un tiro libre, ejecutado con suavidad mortal, estuvo a punto de abrir el marcador. Sin embargo, después de un terrible balonazo en la cabeza, James pidió el cambio a su técnico. Se sentía mareado. No daba más. En el segundo tiempo Bayern aprovechó el hombre de más y arrasó a su rival turco. El reemplazo de James, el holandés Robben, entró pisando duro. Fue la figura excluyente del encuentro.
La aparición fulgurante del holandés preocupa. Ser titular de un equipo como el Bayern es bastante exigente. Se tiene que disputar el puesto con los mejores del mundo. Robben ha sido campeón de Champions con el Bayern. Es ídolo. Lo único que juega a favor del colombiano, en una comparación, es que el holandés es un jugador de cristal: vive lesionado.
Esperemos que pasa con James. Seguro será un mareo temporal. Pero este no es el momento para que se lesione James. Tiene que afianzarse y hacer que el Bayern haga efectiva su compra. En Munich el goleador del último mundial volvió a sentir las mejores vibraciones. Estaba aturdido y salió tambaleante directo al camerino. El Bayern, sin James, goleó 5-0. Esperemos nadie dispute el puesto de James, el nuevo patrón del Bayern