Cuando el programa nació en 2014, fue exitoso. El gobierno contaba con una abultada chequera y la entonces ministra Gina Parody, por su personalidad y pagos de publicidad a los más grandes medios de comunicación, logró vender Ser Pilo Paga como la más importante política pública del Gobierno Santos.
Tres años después, el panorama es oscuro; no se sabe de dónde saldrá la plata para lo que sigue, el Gobierno ha debido "asaltar" las finanzas de las universidades públicas para pagar el programa y crecen las voces de inconformidad en el sector, que no consideran equitativo un programa que da a 40 mil jóvenes (la mayoría de ellos en las universidades privadas más costosas) los recursos similares a los que reciben las 32 universidades públicas, en donde se pudieran impactar entre 5 y 10 veces a más estudiantes.
Mientras hubo plata, el programa disfrutaba la luna de miel, y aunque no estaban muy de acuerdo, los rectores de las universidades públicas aguantaban la situación, porque no tocaban sus recursos, pero con la actual crisis fiscal, la reforma tributaria de diciembre pasado llevó a que -sin consultarles y afectando su programación- el Gobierno Nacional sacara de los recursos del anteriormente llamado CREE dineros para poder cubrir los faltantes de Ser Pilo Paga.
El cuadro muestra las cifras reveladas por el SUE y cómo de 2015 a 2017 el dinero asignado a las IES públicas bajó del 100% al 33.1%, que pasó a Ser Pilo Paga.
Esta situación ha encontrado voces, cada vez más fuertes, entre rectores, encabezados por el de la Pedagógica -Adolfo León Atehortúa Cruz-; académicos -como Julián de Zubiría, quien se ha apasionado por enfrentar críticamente el programa; y estudiantes de asociaciones públicas, que están apoyando movilizaciones al respecto. En contraste, los columnistas de los medios masivos que defendían el programa han comenzado a callar, y es consenso en el sector especializado que, de continuar el programa, para lo que necesita un abierto apoyo del próximo presidente, o en su defecto la aprobación de una Ley en el Congreso (que tampoco es claro si el Ministerio la viene trabajando como lo prometió el presidente Santos), éste debe ser re-estructurado y, especialmente, enfocado a la universidad pública.
Por ahora, el silencio se mantiene. El Ministerio dice que sí habrá cuarta versión, pero a diferencia de años anteriores poca bulla ha hecho al respecto. No es seguro que existan los recursos para ello y con los niveles de insatisfacción con la gestión presidencial, no es claro si convenga impulsar una cuarta versión del Programa.
Además, las protestas anunciadas por universidades públicas en contra de su financiamiento, puede llevar a que el gobierno piense en moderar o sacrificar el programa para calmar las pretensiones de los rectores.