El nombre del barranquillero Álex Saab se dio a conocer a mediados de 2017 cuando fue señalado de ser uno de los grandes socios de Nicolás Maduro en Group Grand Limited, una empresa constituida por un hijo de Saab en Hong Kong pero de la que Maduro sería el verdadero dueño. El gobierno venezolano seleccionó a la empresa para entregar productos alimenticios, un negocio redondo en el que el gobierno venezolano le ha entregado contratos hasta por USD 340 millones para proveer 10 millones de cajas del Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP).
Pero su relación con el chavismo es de vieja data. En el 2011 Saab participó en un primer convenio firmado por los presidentes Hugo Chávez y Juan Manuel Santos para la construcción de 8.000 viviendas prefabricadas. Saab de repente se había convertido en constructor con un contrato de USD$654 millones. Esta fue la puerta de entrada a su jugosa relación contractual con la Revolución Bolivariana que también incluyó la fabricación de 30 gimnasios de paz, 616 viviendas multifamiliares en Carabobo, y la remodelación de un Centro Comercial en el Estado de Vargas. Estos dos últimos por un valor de USD$ 50 millones.
Álex Saab (de pie a la izquierda) cuando el presidente Santos (de gris) y el presidente venezolano Hugo Chávez firmaron un convenio para la construcción de miles de viviendas prefabricadas.
Desde entonces Saab quedó en el radar de las autoridades norteamericanas y colombianas. El 16 de mayo de 2018 en Cartagena fueron decomisados 15 contenedores con más de 25.000 cajas CLAP. La Policía Fiscal y Aduanera (Polfa), entonces en cabeza del general Juan Carlos Buitrago, quien había llegado al cargo en enero de ese año, ordenó destruir las toneladas de comida que se estaba pudriendo. Cuando encontraron las cajas destinadas a los CLAP las larvas se veían por fuera y dentro de las bolsas de arroz, además de los miles de productos vencidos. Pero lo que realmente les importaba a las autoridades eran las cuentas bancarias de los dueños de esa mercancía en las que habían movido cerca de USD 30 millones, como lo señaló el general Jorge Luis Vargas, director de la Dijín que también participó del operativo.
Saab se convirtió en uno de los objetivos del general Buitrago, un hombre que creció dentro de la Policía bajo el ala del general (r) Óscar Naranjo, del que fue incluso secretario, hasta llegar a la dirección de la Polfa.
Después de Policía Fiscal y Aduanera decomisara las cajas de alimentos para los CLAP en Cartagena, el entonces presidente Juan Manuel Santos dio la orden de crear un grupo élite de investigadores para dar con la red de corrupción en la que estaba involucrado Saab y el gobierno de Maduro. La DEA, la Unidad de Información de Análisis Financiero (Uiaf), la Fiscalía, y la Polfa integraron este grupo en el que el general Buitrago se convirtió una pieza fundamental por su experiencia en inteligencia tras estar al frente de la Dirección Nacional de Inteligencia en 2017.
Buitrago tenía contacto con oficiales del gobierno de Maduro y con opositores, por lo que su aporte pesaba en la investigación contra Saab. Uno de sus contactos claves, como lo contó el diario El País de España, era Cliver Alcalá, el general retirado venezolano que estaba organizando un golpe contra Maduro desde Colombia, pero tras su fracaso y solicitud en extradición por parte de Estados Unidos, éste se entregó a las autoridades. Buitrago cosechó esas relaciones desde que estuvo en Inteligencia y mucho se comentaba la información relevante a la que tenía acceso.
En poco tiempo Buitrago y el grupo élite ya tenían identificadas a las personas y empresas que integran el emporio de Saab que se extiende por República Dominicana, Panamá, Ecuador, Colombia y México, donde también cayó un cargamento de cajas CLAP en octubre de 2018.
Todo estaba listo para darle captura al círculo de Saab en Barranquilla, mientras este permanecía en su apartamento en París, pero la información del operativo se filtró y sus socios se volaban el propio Saab desaparecía de la faz de la tierra. El objetivo del general Buitrago se vio frustrado.
Aunque las investigaciones contra Saab continuaron principalmente por lavado de activos, el paradero del barranquillero se volvió un misterio. Las autoridades ya lo tenían además en el radar por otra de sus obsesiones: el oro venezolano, que Maduro intercambia para obtener bienes como como ocurrió con el petróleo proveniente de Turquía.
Saab fue el enlace de los trueques de oro. Hace unas semanas en Uganda fueron incautados 7 toneladas de oro venezolano que pensaban colarse irregularmente por la aduana de ese país africano. El monto del tesoro podría costar USD$ 300 millones que sería el pago hecho al barranquillero por el gobierno venezolano como parte de los negocios consolidados con Turquía. El oro, fundido en lingotes, habría salido directamente de la bodega del Banco Nacional de Venezuela.
La obsesión por el oro de Nicolás Maduro y su socio colombiano Álex Saab
Sin embargo, el trabajo del general Buitrago se fue debilitando y la en s persecución a Saab, pasó a un segundo plano. En febrero de este año se dio su renuncia sorpresiva a la Policía Fiscal y Aduanera a través de una carta dirigida al presidente Duque en la que además anunciaba su baja. Mucho se habló de sus contactos con el régimen venezolano, e incluso el expresidente Pastrana intervino abiertamente, con este trino.
Al parecer, Pastrana conocía de posibles relaciones non sanctas del general Buitrago con el régimen de Maduro, igual que el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, pero se mantuvo en reversa hasta la que se hizo pública la renuncia de Buitrago.
El régimen de Maduro parecía tener controlados todos los frentes para que Saad se moviera por el mundo con tranquilidad, cumpliendo con sus tareas de alto nivel. Finalmente terminó detenido en un lugar inesperado: Cabo Verde. La disputa por su extradición apenas comienza, mientras con su renuncia el general que abrió el camino para su judicialización internacional salió del mapa.
