Yahir Acuña inició su carrera política de la mano de Salvador Arana y su ascenso fue vertiginoso (de concejal de Sincelejo pasó a diputado de Sucre) hasta que la justicia descubrió el lado delincuencial y parapolítico de Arana, quien está condenado a 40 años de cárcel por el crimen del alcalde de El Roble.
Entonces, Acuña pasó a las toldas de Enilse López, más conocida como La Gata. Y pronto a esta también la cogió la justicia por su cuenta: vio caer su imperio, y ahora ella y sus hijos están detenidos.
Más adelante, Yahir renunció a su curul en el Congreso y regresó para pasar de agache en su tierra en Sincelejo; sin embargo, contrató para su defensa a magistrados de la Corte Suprema, que finalmente se supo que formaban parte del cartel de la toga, perseguido por la justicia.
Igual de mala fue la suerte que corrió su esposa Milene Jaraba. Yahir Acuña la lanzó en 2015 a la gobernación, pero ella sufrió una estruendosa derrota en la urnas causando un efecto dominó negativo en casi todos los aspirantes a alcaldías: casi todos se hundieron.
Aliados y contratistas amigos han corrido igual mala suerte. Un ejemplo es el alcalde de Sincelejo Jacobo Quessep, quien aceptó una alianza con Yahir Acuña y ahora está en la lupa de la Procuraduría por participación en política al ser presuntamente descubierto apoyando al cuestionado candidato a la alcaldía Andrés Gómez.
Ahora, Manuel Cadrazco, socio y candidato de Acuña a la alcaldía del municipio de San Benito Abad, es uno de los últimos afectados por la sal de Yahir: la Fiscalía lo acaba de capturar por corrupción y enriquecimiento ilícito.
Se ha repetido su historia varias veces: arranca y cuando se cree que el viento está a su favor, se desploma.
