No importa el técnico que sea. El Junior es un quemadero de técnicos. Hasta alguien tan fiable como Julio Comesaña salió por la puerta de atrás. La relación del uruguayo con Fuad Char está rota. Es que existe una desconexión entre las directivas y el cuerpo técnico. No tienen en cuenta al adiestrador para ir contratando estrellas. El último fue el caso de Juanfer Quintero, un jugador que Arturo Reyes no quería y que se lo impusieron. Al final Reyes también salió después de no ganar 10 partidos. Entonces llegó Bolillo Gómez. Se creía que era el técnico ideal por la manija que tiene en el vestuario. Había mucha ilusión. Un técnico mundialista, experimentado. Había nómina, tenían que ponerla a valer. Pero algo pasa en el Junior. Barranquilla es un paraíso en donde es difícil para un futbolista concentrarse. Es como si a estos multimillonarios jugadores eso de entrenar no les gustara demasiado. Bacca no corre, no lucha. Cariaco Gonzalez es un fantasma. Vieira ya parece un exarquero y está regalando muchos partidos. Lo de Brian León es una vergüenza, hoy se comió un gol cantado contra el Unión.
Se ganaba 2-0 en Santa Marta y en un par de minutos permitieron que se lo empatara un equipo tan normalito como el Unión. Es como si el equipo bajara los brazos, como si hubiera un plan de los jugadores para ir ganando plata fácil y no sufrir. Como si no quisieran a sus entrenadores. No hay respeto hacia los directivos. Bien lo dijo el peruano Mudo Rodriguez, ex zaguero del equipo Tiburón, en el Junior la plata se gana fácil, nadie exige nada. Y lo peor es que el Junior es un equipo tan grande que es el único en Colombia en el que un empresario le hizo algo fabuloso, un monumento, la aleta del Tiburón. Pero eso a estos jugadores que llegan del frío no les interesa.
Esta mafia que está en el camerino juniorista, ahora ¿Quiere cobrar una nueva víctima?