Diego Armando Maradona debe estar feliz después de aullar durante años, como lobo solitario, pregonando que la Fifa era una mafia y que Blatter y Grondona eran los ‘padrinos’ que habían reemplazado al brasileño Joao Havelange. Por primera vez debe haber depuesto su pregonada posición antiyanqui, al conocerse que la Fiscalía de los Estados Unidos logró la detención en Suiza de siete cabecillas de la Concacaf y Commebol, solicitándolos en extradición, por la aceptación de millonarios sobornos en dólares, para otorgar las sedes de los campeonatos mundiales de Suráfrica, Brasil, Rusia y Qatar, y regionales como la Copa América, a iniciarse en Chile en 12 días, donde circularon cerca de 20 millones de dólares como contrapartida por debajo de la mesa, para los dirigentes ceder derechos de transmisión por televisión a una compañía argentina.
Aunque la investigación de la Fiscalía de los Estados Unidos se centró en dirigentes de las confederaciones de norte, centro y Suramérica, y se abrogó el derecho de juzgarlos por haber utilizado territorio y bancos norteamericanos para lavar el dinero de los sobornos, para nadie es un secreto que desde el polémico otorgamiento de las sedes para los mundiales de Rusia en el 2018, y especialmente el de Qatar, en el 2022, circularon millones de dólares petroleros en sobornos para dirigentes de las confederaciones continentales y federaciones nacionales de numerosos países de América, Europa, Asia, África y Oceanía.
A tres días de la reelección de Blatter, dirigentes de la Uefa, que agrupa a 39 de los 209 nuevo países que integran la Fifa (más que las Naciones Unidas), han pedido aplazar las elecciones en las que el viejo zorro suizo es el favorito ante un dirigente árabe, contando con la mayoría de votos de África, Asia y pequeños países de todos los continentes cuyos votos tienen el mismo valor que el de los grandes en territorio, número de habitantes e importancia y calidad de sus torneos.
Citybank, G.P. Morgan de los Estados Unidos y Espíritu Santo del Brasil, son algunos de los importantes bancos implicados en el millonario lavado de cerca de 150 millones de dólares en sobornos que también beneficiaron al Presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Luis Bedoya, según recientes informes divulgados por los medios de comunicación.
Sin duda que los dirigentes de las Federaciones de fútbol nacionales y de los comités olímpicos llevan una vida de reyes modernos, viajando gratis por todo el mundo en primera clase, hospedándose en lujosos hoteles, asistiendo a recepciones y cocteles donde beben y comen exquisiteces en compañía de hermosas y complacientes damas de compañía, viendo en tribunas VIP a las mejores selecciones y equipos del mundo y de ñapa, recibiendo de vez en cuando, cada que hay que otorgar sedes de torneos internacionales y derechos de transmisión de televisión; millonarios sobornos en dólares consignados en cuentas secretas abiertas en bancos norteamericanos, suizos y de las islas Caimán, cuyos nombres han sido parcialmente divulgados por los investigadores del FBI que desentrañaron la corrupción y le sacaron tarjeta roja a la corrupción en la Fifa.
Que este escándalo sirva para poner en cintura a esta refinada mafia ‘posmodernista', depurando a la Fifa y a entes similares que en el planeta, continentes, países, departamentos y municipios rigen sin mayor control las diferentes disciplinas deportivas, que en escalas decrecientes administran recursos públicos y tienen negocios poco claros con empresas privadas.