Súbitamente aparece Grecia en las portadas de los principales diarios del mundo, Nueva York, Londres, Berlín, Bruselas, Paris y en otras partes. Se habla nuevamente de Grexit (salida de Grecia de la eurozona) y de políticas de austeridad. Por otra parte, Alexis Tsipras el nuevo primer ministro heleno anuncia una ofensiva para llevar a la practica consecuentemente sus promesas electorales, cancelando los proyectos de privatización del Puerto del Pireo y el de Salónica, la empresa pública del gas y varias minas, elevando el salario mínimo, destinando un millonario programa en euros a la lucha contra la exclusión social, restituyendo un número considerable de funcionarios públicos destituidos ilegalmente en el gobierno anterior, otorgándole nacionalidad inmediata a los niños hijos de inmigrantes nacidos en Grecia y emprendiendo una gira por Europa, en busca de aliados para sus propuestas económicas.
Por su parte el nuevo ministro de Finanzas Yanis Varoufakis antes de salir a encontrarse con sus homólogos en Francia, Italia, Londres y Alemania, suspendió la cooperación con los inspectores de la troika formada por la Unión Europea (UE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE). Esto último genero del BCE la finalización del régimen preferencial a Grecia, según el cual los bonos griegos podrían ser empleados en operaciones monetarias pese a que no cumplían los requisitos mínimos de seguridad de cobro, medida que pone al país helénico en un a situación aún más difícil con sus socios europeos.
La situación de crisis no es ninguna sorpresa. Los programas de ayuda financiera que se han implementado en media década se pueden considerar pañitos de agua tibia que no han resuelto los problemas más graves del país. La producción económica ha venido reduciéndose en un 25 por ciento. Hay 3,6 millones de trabajadores frente a 1,3 millones de desempleados. Desde el 2010 se han ido a la quiebra 120.000 empresas, la tasa de suicidios ha aumentado en un 40 por ciento, la tasa de desempleo esta en un 26 por ciento, el desempleo juvenil se estima en un 49,8 por ciento y un tercio de la población vive en condiciones de extrema pobreza. Igual destino ha tenido la deuda pública griega, se ha empeorado hasta alcanzar el 180% del PIB en comparación con el 126% del 2009.
La victoria electoral de Syriza no es una anomalía como la evalúa la derecha en el continente. Solo es resultado de una dramática situación de injusticia que han llevado a Grecia a una profunda crisis humanitaria y a la bancarrota de sus finanzas y su economía. Europa es solvente, prospera y democrática pero bancos privados franceses y alemanes con la ayuda del Goldman Sachs (cuya sección europea fue presidida hasta el 2006 por Mario Draghi actual presidente del BCE) con trucos hicieron grandes prestamos a Grecia a sabiendas que el país no estaba en condiciones de pagarlos. En el 2009 el Gobierno griego informó a Bruselas que su déficit público no sería del 3,7%, sino del 12,5%. Con esto se hacía evidente la insolvencia nacional. Ya con anterioridad la deuda helena estaba por encima de 30 puntos sobre el PIB de la media europea, que como se descubrió posteriormente, tenía sus cuentas falseadas por las argucias del Godman Sachs. Con una prima de riesgo baja, los bancos privados hacían el gran negocio con la deuda soberana. Como la deuda era impagable tarde que temprano se venía una reestructuración. La UE crea el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, que facilitaba liquidez (comprado deuda pública) al Estado griego a precios algo inferiores a los del mercado, a cambio del cumplimiento de los planes de ajuste y recortes, no sin los correspondientes intereses, que ahora iban a parar a manos de los “compañeros” de la UE. Durante toda esta época los bancos europeos obtenían financiación del BCE a tipos muy baratos y en condiciones muy favorables, para luego prestarlo al Estado griego a tipos de interés sobresalientes, con lo cual obtenían suculentos beneficios a costa del estrangulamiento de las finanzas griegas. La Troika permitía que los bancos comerciales europeos se deshicieran de los títulos de deuda pública al mismo tiempo que los Estados europeos y el BCE pasaban a ser propietarios de los mismos. De esta forma la deuda pública Helena pasa de ser propiedad de los bancos privados a recaer en los Estados miembros de la UE en los últimos cuatro años(1).
El dilema de la crisis económica griega
La actual situación es bastante polémica. Hay dos posturas e intereses claramente enfrentados. La primera, representada por Alemania y el BCE demanda que los acuerdos deben ser cumplidos. Grecia debe continuar con las políticas de austeridad. Un regreso al gasto social, el alza general de salarios y el programa inmediato de alivio de la crisis que costará alrededor de 1.880 millones de euros, significaría todo lo contrario. Esto puede implicar la cancelación de la ayuda financiera que conduciría a la quiebra bancaria, Grecia saldría de la eurozona y tendría que arreglárselas sola. Alemania ha manifestado estar en condiciones de resistir económicamente un desenlace en esta dirección. Igualmente el gobierno en Gran Bretaña, país que no participa de la eurozona pero que es la segunda economía de Europa, ha anunciado estar preparándose para una posible salida de Grecia de euro.
Puede ser que se este generando un momento de quiebre histórico en Grecia que abra una nueva fase de renovación no solo económica sino que también política para el país. Es posible que este proceso tenga la suficiente fuerza para que el nuevo gobierno de izquierda pueda enfrentar las grandes empresas y los multimillonarios que nunca han pagado impuestos. 2000 familias en Grecia tienen el control del 80% de las riquezas del país, recursos que se requieren para un programa de alivio social. Quizás la diplomacia griega que se ha visto en estas dos semanas genere los acercamientos necesarios con los acreedores de la deuda y las instituciones europeas. Que implique un reconocimiento de las necesidades prioritarias del nuevo gobierno griego: atender la crisis humanitaria, medidas tendiente impulsar el crecimiento económico, renegociación directa con los acreedores de la deuda y reformas estructurales con acento en la recaudación de impuestos y la lucha contra la evasión y la corrupción. Para ello Grecia necesita tiempo que se traduce en un crédito puente durante los primeros meses para buscar una solución al pago de la deuda. Algunos avances se perciben, el gobierno austriaco, el italiano e incluso la administración de Obama han ofrecido votos de confianza al país.
Ya es tiempo que Grecia tome en sus manos su futuro de un país digno, soberano y democrático. Los primeros pasos ya se están dando.
(1) Mayor información en: Carlos Martínez y Eduardo Garzón. Cronología de la deuda pública Griega: la banca siempre gana, informe de la Fundación por la Europa de los Ciudadanos.