Se negó a abortar. Cuando le dijeron que su bebé venía con problemas, sus familiares, amigos, el padre de su hija y hasta personal médico le aconsejaron que no continuara con su embarazo. Su abuela fue la única que le dijo que tuviera a su bebé.
¿Qué pensaste cuándo supiste que estabas embarazada?, le pregunté, casi teniendo una respuesta prefabricada en mi mente. “Qué felicidad, una alegría”, reforzó con palabras luego de que su sonrisa, de un blanco destelleante me lo gritara en la cara, casi cacheteándome, porque juré que diría algo relacionado con tragedia o frustración.
María es una chica que habla poco. Con una sonrisa ella trata de resolver su timidez. María ríe, así vive, ríe…a pesar de todo.
Tiene 20 años, nació en el Tabor, un corregimiento del Municipio de Tadó, en el Chocó y es la madre de Yorfany Mena Perea, una hermosa bebé nacida el 13 de julio de 2014, quién es la alegría de su joven madre y también su razón para luchar por la vida, otra vez.
Yorfany nació con una enfermedad llamada Fecomelia o Amelia, un trastorno genético en las formaciones óseas. Las extremidades de la niña no se desarrollaron “normalmente”, eso lo supo María cuando en sus primeros meses de embarazo en las ecografías no lograban ver las manitos ni piernas de la bebé.
María cursaba octavo grado, en la ciudad de Pereira, cuando se embarazó. Al enterarse de esa noticia y no contar con el respaldo de su novio para sumir el embarazo, regresó a casa de sus padres en el Tabor; ambos trabajadores de minería. Nadie recibió con agrado el acontecimiento de su embarazo.
¿Cómo te sentías?, ¿qué pensabas cuándo llegaste de regreso a casa? Ella sonríe, yo la miro fijamente y ella contesta con su risa nerviosa, ése es su lenguaje. “Yo estaba contenta” dice con ese típico tono tímido que caracteriza a mucha de nuestra gente.
A los siente meses de nacida, la bebé se enfermó de una infección en la sangre. Viajó desde el Tabor a Quibdó, al hospital San Francisco de Así, donde la niña fue hospitalizada para recibir tratamiento.
Ingrid Mena, una abogada de Quibdó, estaba también en el hospital con su pequeña hija enferma. Ella notaba a esa joven mujer con su bebé siempre envuelto en mantas, siempre tapado, como si lo escondiera. Poco a poco se fue acercando a María hasta que le tomó confianza y ésta le contó su historia. María no dejaba que la niña fuera vista, no quería que le dijeran cosas raras…la gente suele decir cosas muy feas.
¿Qué te dice la gente cuando ve a la niña? “Que es un fenómeno, todos le dicen así, hasta en mi casa le dicen” ¿Y qué sientes tú cuando le dicen esas cosas a tu hija? “No me gusta, ella es mi hija, yo la quiero así”.
Ingrid se conmovió con la situación de María, especialmente luego de ver que en el hospital jamás le brindaron una orientación adecuada acerca de la condición de la niña. Cuenta Ingrid que María fue remitida a la ciudad de Montería para realizarle unos exámenes, la enviaron sola, sin una enfermera, sin acompañante, a una ciudad desconocida, sin conocer a nadie. Tampoco nunca le dijeron una sola palabra acerca de la enfermedad de la niña, ni una recomendación para su cuidado, ni un mensaje para su vida.
La buena voluntad de Ingrid la llevó a buscar un médico amigo que atendiera a Yorfany, no solo en lo relacionado con la enfermedad sino con la búsqueda de apoyo para procurarle una mejor calidad de vida a la hija de María, para que ella pueda seguir luchando por lo que muchos ven como un fenómeno: la vida.
“Yo solo quiero que mi hija tenga una vida y sea feliz, poderle dar lo que necesita, que viva como cualquier otra niña”.
María lucha por la vida de su hija, desde que la concibió hasta ahora. No le importa que su hija no sea vista como una niña “normal”, le importa que su hija pueda tener una “vida normal”. Ahora su lucha es buscar apoyo para realizarle un diagnóstico especializado y obtener orientación para ella, para saber criarla y educarla enseñándole que su vida vale.
Mucha fuerza para María, en su lucha por la vida de su hija.
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